Cine Argentino Peliculas

CAFE DE LOS MAESTROS

De: Miguel Kohan

CRIOLLO CORAZÓN

A Manuel Romero, porteño

Corría el año 1933, el invento del cine sonoro ya había decretado que su llegada era para siempre. En Argentina, varios trabajaron durante años en ese proyecto. Fue el 27 de abril de ese año cuando nació oficialmente el cine sonoro. Ahí estaba, de pie, a la izquierda del cuadro de la pantalla, Azucena Maizani, entonando “Canción de Buenos Aires”, con letra de Manuel Romero y música de la propia cantante. Era el nacimiento oficial del cine sonoro argentino. Ella no era la única que aparecía en Tango! También estaban Tita Merello, Mercedes Simone, Libertad Lamarque. Y las orquestas de Osvaldo Fresedo, Juan de Dios Filiberto y Juan D´Arienzo, entre otras. “Buenos Aires, cuando lejos me vi/sólo hallaba consuelo/en las notas de un tango dulzón/que lloraba el bandoneón” , cantaba La ñata gaucha inaugurando una larga y fructífera relación entre el tango y el cine. Con los años, la popularidad del tango y de sus artistas decayó y también se fue alejando de las películas. Café de los maestros consigue recuperar al tango de la guardia vieja sin avergonzarse, sin intentar aggiornarse o generar vínculos demagógicos con las nuevas modas. Si hasta el propio Astor Piazzola parece estar ausente entre los muchos músicos que las estrellas veteranas mencionan. Bastaría imaginarse que antes de la década del 50, Juan D´Arienzo declaraba “A mi modo de ver, el tango es, ante todo, ritmo, nervio, fuerza y carácter. El tango antiguo, el de la guardia vieja, tenía todo eso, y debemos procurar que no lo pierda nunca. Por haberlo olvidado, el tango argentino entró en crisis hace algunos años” , con lo cual el tango, como género puro, hace muchas décadas que ha dejado de existir. Pero Gustavo Santaolalla -humilde y sincero en este gran proyecto que llevó adelante- no pretende hacer un sesudo documental sobre la historia del tango, al contrario, él sólo busca rescatar a las figuras que representaron en mayor o menor medida la forma más tradicional de hacer tango. Santaolalla también sabe que se trata de los que están vivos, los que para cuando se hizo el documental todavía podían cantar y actuar en el Teatro Colón. Por eso Café de los maestros brilla sobre todo en la profunda emoción que logra a partir de un sentimiento tan puro de nostalgia como el tango que homenajea. El film es un film sobre el paso del tiempo, sobre la vejez, de un género, de esos artistas y del ser humano en general. Sin poner nunca el acento en la tristeza y protegiendo al máximo a los músicos, la película habla de un tiempo que se fue. Y logra, con sofisticada inteligencia, que el montaje rápido del film no lo vuelva superficial. Cada frase, cada plano, cada mirada, consigue profundizar en el alma de los artistas y del tango mismo. Al ver la película, un mundo de artistas gigantes, de una música auténticamente porteña, se asoma, y no es necesario y hasta es una sabia elección, no poner un tango completo tras otro, porque de lo que se trata no es de filmar un recital o una grabación, sino de captar el espíritu de una música tan cercana, no sólo a los porteños, sino a la sensibilidad de muchas personas del mundo.