Cómo diría Bob Dylan: “¿Cuántas veces el hombre hará adaptaciones de Calabozos y dragones hasta entender que serán todas insufribles?” La del año 2000 era un papelón y sólo nos queda el consuelo de la declaración cínica de Jeremy Irons que confesó haberla hecho para pagar su castillo. Ahora queremos creer que el beneficiado por esta nueva película es Hugh Grant, al que queremos mucho, aunque aquí le ponga muy pocas ganas a su personaje. La próxima vez prometo pagar la entrada para beneficiar a algún buen actor, pero les pido que no me obliguen a ver la película.
Calabozos y dragones: honor entre ladrones es un intento para aprovechar la supuesta popularidad del juego de rol de 1974 y todos sus derivados. Es difícil precisar cuál es el vínculo entre todos aquellos que lo han jugado y juegan y los espectadores de cine. Pero en base a todas las horas que he pasado frente a esos legendarios tableros puedo afirmar sin dudar que esta nueva película es, para ser generosos, mediocre. Aclaro que la totalidad de tiempo que he jugado Calabozos y dragones en mi vida es cero, nada, ni un segundo. Sabrán los jugadores más leales de las mil referencias en el largometraje, pero he pasado mucho más tiempo viendo cine y reconozco un bodrio fallido con bastante facilidad. Lo que hayan querido hacer, no ha salido bien.
Si se hubiera llamado Calabozos y Dragones Vol. 1 tal vez hubiera tenido la decencia de admitir que quisieron copiar la aventura cómica y aligerada de Guardianes de la galaxia, pero entre ladrones no hay honor, al parecer. Esta cuarta película (hay dos telefilms que Dios me libre de cruzármelos algún día) trae un equipo de ladrones liderados por Edgin (Chris Pine) que empieza la película encarcelado junto a su amiga Holga (Michelle Rodríguez) por motivos que pronto serán aclarados. Edgin ha perdido a su esposa y luego de dos años de cárcel desea recuperar a su hija Kira (Chloe Coleman), quien ha quedado al cuidado de un ladrón con el que ellos trabajaban, Forge Fitzwilliam (Hugh Grant) ahora convertido en Lord of Neverwinter. Lo que parece un reencuentro se transformará tan sólo en el comienzo de una compleja aventura.
El único registro que parece una declaración del legado de Guardianes de la galaxia es una escena que no anticiparemos, pero el resto es simplemente entrar y salir del drama y la aventura para entrar abiertamente en la comedia. Comedia que arranca bastante mal, porque se interpone con el drama de forma muy torpe, y que recién en la mitad encuentra algunos momentos logrados. La escena del cementerio muestra algo de lo que la película pudo ser pero tarda en mostrar y que finalmente abandona al final de las escenas con Xenk Yendar (Regé-Jean Page). Previsible a niveles importantes, tiene más elenco del que necesita y muchas escenas aburridas. Se hace eterna la aventura y su lógica nunca se termina de cerrar. Copiar aquí y allá, inspirarse en un éxito previo y creer que todo saldrá bien suele ser la fórmula para esta clase de películas que uno pensaba ya no se iban a hacer más.