Peliculas

Julie Delpy recurre al universo de las calles de la ciudad en donde habita, Paris, y al de su círculo familiar más cercano para construir una pieza interesante de comedia romántica que bebe de las fuentes del mejor cine de Woody Allen.

Oriunda de un país –Líbano– cuya filmografía anual no pasa de cinco títulos, Nadine Labaki, guionista, actriz y directora de Caramel, sorprende al mundo del cine con su opera prima, una película sensible e inteligente acerca de la vida de un grupo de mujeres en la culturalmente convulsa ciudad de Beirut.

Gigantesco éxito en Brasil con polémica asegurada, Tropa de elite es un film que cuenta el trabajo del BOPE (Batallón de operaciones especiales de la policía militar de Río de Janeiro) a partir de la mirada de un oficial que busca un reemplazante para su peligrosa tarea. La discusión –algo que siempre ayuda a mejorar la taquilla- acerca de la ideología del film es lo único interesante dentro una propuesta cinematográfica más bien menor.

Dentro de una categoría rara –los dibujos animados para espectadores adultos– Persépolis goza del curioso privilegio de haber sido enviada por Francia para competir por el Oscar a Mejor película extranjera, aunque finalmente su nominación resultó ser para Mejor Película de Animación. Este film político, lleno de belleza, es sin embargo una experiencia más discutible de lo que parece.

Con su quinto largometraje, Offside, Jafar Panahi repite sus dos grandes virtudes: por un lado, un rigor estético que no le impide resultar entretenido y atrapante, y por el otro, una crítica social inteligente construida desde el más puro lenguaje cinematográfico.

Aunque cada vez de forma más esporádica, cada tanto aparece en cartel alguna película que sorprende por su estirpe clásica. Esta vez esa la sorpresa corre por cuenta de Los dueños de la noche, un relato familiar y policial que parte de una pequeña excusa argumental para contar una historia universal e imperecedera. O sea, una película hecha a imagen y semejanza del viejo Hollywood.

A partir de diferentes momentos de la vida de uno de los personajes más relevantes de la cultura musical norteamericana del siglo XX, Bob Dylan, el director Todd Haynes construye un biopic que intenta alejarse de las formas más ordinarias de ese pseudogénero, pero que termina cayendo en uno de los peores defectos del así denominado cine independiente: el esteticismo vacuo.

Con el fin de velar al patriarca de la familia, sus integrantes se reúnen en una casa en las afueras de Londres. Todos los equívocos imaginables se suceden, aunque, lamentablemente, la comedia está tan mal armada y posee tan poco brillo que aquello que se supone que debe resultar gracioso se transforma en apenas un chiste largo y malo de humor negro.