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CENIZAS DEL TIEMPO

De: Wong Kar-wai

ECLIPSE TOTAL DEL CORAZÓN

En el año 1994, Wong Kar-wai realizó un costoso y ambicioso melodrama de época llamado Cenizas del tiempo (Ashes of Time), pero ni la espectacular producción ni el reparto de estrellas logró que el film funcionara en taquilla. Parte de este fracaso se le atribuyó a que el realizador perdió el control de un film que lo excedió. Catorce años más tarde, y habiendo creado algunos films fundamentales del cine contemporáneo tales como Chungking Express, Fallen Angels, Felices juntos, Con ánimo de amar y 2046, Wong Kai-wai se pudo dar el lujo de volver sobre ese proyecto y hacer mucho más que un nuevo montaje. Ashes of Time Redux -tal es el título original de esta nueva versión- tiene no sólo un nuevo montaje y ordenamiento, sino que también posee algunas escenas vueltas a filmar, nuevos efectos de cámara y cambios en la banda de sonido. Valorada -ahora sí- como corresponde, esta “nueva” película es indudablemente la versión oficial del film, la que pasará a la historia dentro de la filmografía de Wong Kar-wai. Quienes siguen la carrera del director reconocerán en cada plano del film, en cada situación, en cada diálogo, las marcas indiscutibles de su universo, que, a catorce años de la concepción de la película, se ven con más claridad que nunca. Porque lo que más impresiona de Cenizas del tiempo es su autenticidad autoral.

Si el primer film de Wong Kar-wai, Calles violentas (As Tears Go By) era un film de gangsters estilizado y con aires de melodrama, aquí Wong Kar-wai (en su tercer film) se introduce en uno de los géneros más representativos -si no el más- del cine oriental: el wuxia pian (o wu xia). Este género, cuya traducción literal sería: “héroes de las artes marciales”, no es lo que se conoce como películas de artes marciales, es algo que supera los encuentros y batallas con espadas u otras armas. El wuxia se originó en Taiwán y Hong Kong, y tiene como pariente a los films de samurais (chambara) del cine japonés. Pero el wuxia posee varias características que le dan fuerza y trascendencia y lo hace (o deberían hacerlo) universal. Al universo estéticamente impactante del wuxia -se trata de films que transcurren en escenarios históricos, lo que enfatiza el romanticismo y la épica de los relatos- hay que sumarle fuertes tintes melodramáticos. La lealtad, la traición, el amor, la amistad, son todos temas claves del wuxia, un género que hereda su iconografía de la literatura de dicho género. A pesar de la larga tradición del género, fue El tigre y el dragón el primer film wuxia en generar una auténtica repercusión internacional y genuino prestigio en Occidente, luego siguieron: Héroe, La casa de las dagas voladoras y La maldición de la flor dorada, la trilogía wuxia del director chino Zhang Yimou. Cenizas del tiempo -anterior a los films citados- pertenece tanto a este género como a la filmografía de Wong Kar-wai. No debería el espectador desacostumbrado a esta clase de films distraerse del corazón mismo de la película y debería fácilmente reconocer que los temas del wuxia son los temas de Wong Kar-wai, y que el director, a su vez, vuelve allí a sus recurrentes obsesiones, empezando, claro está, por la del paso del tiempo, indicada ya en el título. Cenizas del tiempo es una historia de amores contrariados, de cruces y circularidades. El tiempo es clave en esta película, el tiempo y sus marcas. Dueño de un romanticismo inclaudicable, Wong Kar-wai es el más romántico de los cineastas modernos y el más moderno de los cineastas románticos. Su cine, debido a eso, puede caer en un espacio en donde no se llegue a conformar a ningún espectador, pero, por el contrario, esta doble apuesta lo convierte en uno de los directores más valiosos del cine actual. Esta sensibilidad a contracorriente queda plasmada no sólo en el guión, sino fundamentalmente en la imagen. Cenizas del tiempo es, ante todo, un film visualmente romántico, bello, apasionado, sus imágenes consiguen captar la fuerza dramática y la intensidad de las emociones. Los héroes y heroínas de Wong Kar-wai son melancólicos siempre, aun aquellos a los que les espera un final feliz. En esta historia, que transcurre en un tiempo difuso, inmemorial, los personajes relevan odios y venganzas, que no son otra cosa que los rastros de intensas historias de amor. Cenizas de fuegos que no lograrán apagarse nunca, intentos vanos de borrar la memoria de aquello que sin estar, sigue siendo todo presencia.