De la calidad actoral y el carisma de George Clooney hoy no es necesario agregar nada. Todos los conocemos y también ha quedado claro que hace mucho que pasó de ser un galán para convertirse en una de las grandes estrellas del cine mundial. También hace rato que es un reconocido director de cine, con un comienzo más interesante de lo que demostró con el correr de las películas. Aun así, su obra tiene varios títulos interesantes, siendo aun su mejor película Buenas noches, y buena suerte (Good Night, and Good Luck, 2005).
En Cielo de medianoche (The Midnight Sky, 2020) Clooney es tanto el actor principal como el director y el productor. Se trata de una película de ciencia ficción realizada para Netflix, con estreno en salas de cine en algunos países del mundo además del servicio de streaming. Clooney interpreta a Augustine, un solitario científico instalado en el Ártico. El mundo ha sufrido una catástrofe global y todo huyen, Augustine, enfermo terminal, decide quedarse en la base. Pero entonces descubre que una niña también se ha quedado en la base. El científico deberá realizar dos misiones: Salvar a la niña viajando por el Ártico y al mismo tiempo evitar que un grupo de astronautas regresen a la Tierra luego de una misión, ya que el planeta no es un lugar seguro.
La historia transcurre tanto entre la Tierra con el solitario científico como en la nave, con los integrantes de la misión. Es más interesante el drama en la Tierra, cercano a un film de aventuras, que la ciencia ficción clásica, muy parecida a muchas películas recientes, una repetición mecánica de algo demasiado conocido. Aun así, la narración en dos espacios logra abrirse paso y conseguir algunos buenos momentos. El mejor, sin duda, cuando cantan Sweet Caroline estilo Fenway Pak. Un elenco excesivo para una película muy simple, pero al mismo tiempo un arma para lograr que todo resulte más atrapante para el espectador.
Los vínculos afectivos se han vuelto otro tema recurrente en el género cercano. Más que una idea del universo y la condición humana, como antes supo ser la ciencia ficción, hoy son las decisiones personales y la mirada en primera persona lo que se impone. Por suerte la película no es pretenciosa, ni abusa de los recursos del género. El final podrá sorprender a algunos, pero le termina de dar la dimensión total al personaje protagónico. Como detalle a destacar, las imágenes de los títulos muestran una ética de trabajo digna del profesionalismo de los films de John Carpenter o su maestro Howard Hawks.