El cine de género europeo tuvo un esplendor en los sesenta y setenta con el spaguetti western y el giallo, ambos centrados en Italia pero extendidos a varios países de Europa. Conviviendo con estos films también hubo una importante cantidad de películas de acción con muchas estrellas necesitadas de trabajo y presupuestos muy por debajo del estándar de Hollywood. Si en el spaguetti y el giallo no se notaba, en el cine de acción sí se podía percibir. A estos films se los conoce como Euro War Films o, en un tono más liviano, macaroni combat o spaguetti combat.
Código: mercenarios (Codename: Wildgeese/ Geheimcode Wildgänse) es una coproducción entre Italia y Alemania de 1984 dirigida por Anthony M. Dawson (seudónimo de Antonio Margheriti en gran parte de su obra) y protagonizada por varias estrellas populares de aquel momento. Si bien los cuatro protagonistas demuestran estar en decadencia por participar de este proyecto, sus nombres aún eran reconocidos. Alemania sigue siendo, aun hoy, una cinematografía donde muchos actores alejados de su esplendor consiguen trabajo en películas que muchas veces no salen de Europa.
En Hong Kong, un hombre de la DEA llamado Fletcher (Ernest Borgnine) encabeza una operación para cortar el suministro de opio hacia el oeste. Para financiar esta operación, Fletcher se ha aliado con el rico empresario estadounidense Brenner (Hartmut Neugebauer). Brenner y su socio, el ex mercenario Charlton (Klaus Kinski), emplean a Robin Wesley (Lewis Collins), un padre que todavía está de luto por la muerte de su hijo adicto a la heroína. Collins recluta a un grupo de mercenarios para destruir los centros de producción de opio. Entre las personas que recluta hay un experto en el manejo de helicópteros apodado China (Lee Van Cleef). La historia se inspira en la línea que había probado con éxito Los gansos salvajes (Wild Geese, 1978) un enorme éxito del cine bélico con grandes estrellas.
Si el director era un experto en esta clase de producciones, los actores provenían de diferentes momentos de sus carreras. Ernest Borgnine había ganado un Oscar tres décadas atrás y había ya trabajado con muchos grandes directores de Hollywood, además de tener en su haber una docena de clásicos importantes, premiados y/o populares. Un actor secundario de los valiosos. Pero no solo eso, también estaba en 1984 estrenando la serie Lobo del Aire, uno de sus éxitos más importantes de aquellos años. Luego de esta película su carrera continuaría casi treinta años más.
Klaus Kinski y Lee Van Cleef sí tenían una trayectoria importante en el spaguetti western. Kinski era la pata comercial para llegar al público alemán, además. Kinski se podía jactar no solo de ser un actor con muchos films, también era el actor favorito de Werner Herzog, con quien hizo varios de sus títulos imprescindibles. Van Cleef había hecho carrera en Hollywood, trabajando incluso con John Ford, pero fue con Sergio Leone y junto a Clint Eastwood que pegó un salto de fama importante. Para cierto público, por ejemplo el argentino, Lee Van Cleef también era la estrella de Maestro Ninja, lo que le dio un año de popularidad extra, más o menos por el tiempo en el que estrenó este film. Los tres actores eran conocidos en Argentina en ese momento, pero la figurita difícil era el protagonista.
Lewis Collins era en muchos lugares del mundo, exclusivamente famoso por hacer de Bodie en la serie Los profesionales (The Professionals, Gran Bretaña, 1977-1983). Verlo en cine era toda una novedad, porque todos lo conocíamos por verlo una y otra vez en una de las series más importantes de aquellos años. Se podría decir que Código: mercenarios es el comienzo de un encasillamiento en roles de acción en películas de bajo presupuesto para el actor, que murió bastante joven y no logró nunca otro gran éxito como el de la serie. Sin embargo luego de este film, hizo otros dos títulos parecidos, nuevamente rodeado de actores conocidos y en el mismo estilo de Euro War Films.
Los cuatro mencionados hacen su trabajo de forma comprometida. No están distraídos ni se los nota a desgano. La película ser incluso evocada en otros títulos, como por ejemplo Tears of the Sun (2003) o Tropic Thunder (2008). Pero recordemos que acá hay bajo presupuesto. No pueden explotar un helicóptero ni la tecnología digital estaba para ayudarnos. Si bien el clímax del film es lo mejor, antes de llegar a ellos hay que tener algo de piedad para sobrellevar los momentos más precarios del relato, como una legendaria persecución dentro de un túnel, inverosímil por lo que pasa, pero aún más por tratarse de maquetas sin chances de ser disimuladas. Verlo hoy en pantalla chica es risueño, en cine fue realmente impactante, en el mal sentido. Pero los films de mercenarios siguen vivos y hasta hace poco Stallone llamó a una banda de súper estrellas de los ochenta para hacer una fantástica saga de films llamados The Expendables (2010). Aunque son notablemente mejores que el que aquí comentamos, algo sin duda le deben. Sin el riesgo alocado de estos europeos, difícilmente se hubieran arriesgado a poner veteranos a divertirse con un film de acción.