Convoy (1978) es la anteúltima película del director Sam Peckinpah y también la película más taquillera su carrera. Aunque el realizador tiene una filmografía con varios films extraordinarios, ninguno de ellos logró el éxito explicable pero algo inesperado de una película con un rodaje complicado y un director con muchos problemas para ajustarse a un plan de trabajo. Se trata de una road movie donde un grupo de camioneros, liderados Martin “Rubber Duck” Penwald (Kris Kristofferson) se enfrenta a un sheriff corrupto llamado Lyle Wallace (Ernest Borgnine) y los intereses políticos que esta rebelión produce. El protagonista tiene una compañera de aventuras, Melissa (Ali McGraw) a quien ha conocido en la ruta cuando el auto deportivo de ella dejó de funcionar. Básicamente se trata de una comedia rutera de las que hubo muchas en aquellos años, no solo en cine sino también en televisión. Es la época de Smokey and the Bandit (1977) y BJ and the Bear (1978-1981), para citar dos casos entre muchos y dejando de lado los films más dramáticos.
Peckinpah venía de dirigir La cruz de hierro (The Iron Cross, 1977) y no había tenido una mala década, pero sus problemas personales y sus adicciones lo habían vuelto un problema para los estudios y para todos los que tenían que trabajar con él. Se comenta que en Convoy su viejo amigo y colaborador, James Coburn, dirigió un par de escenas cuando el director no estaba físicamente disponible. Los problemas no fueron pocos y tampoco psicológicamente Peckinpah estaba en su mejor momento. Lo cierto es que aun así se trata de un proyecto personal. La película se basa en una canción de música country, “Convoy” de C. W. McCall. La letra de la canción como se la conoce hoy, cambió con la película y se le agregó toda la historia completa para ser el tema principal. Aun así, ese solo era un punto de partida que se convirtió en un guión que no le gustó a Peckinpah. Pero sí le interesó en otros aspectos y terminó cambiándolo todo, poniendo el enfrentamiento de los trabajadores contra el poder en primer plano.
Esto es Peckinpah, por lo cual hay varias escenas memorables y un uso siempre intenso de la cámara lenta. Claro, en un tono contrario a sus películas más conocidas de aquellos años. El montaje inicial era insólitamente extenso y hubo que hacer muchos cortes. A pesar de todo fue un éxito de taquilla y en muchos aspectos una película desafiante. No es una clásica historia de policías dejados en ridículo, porque aun siendo comedia tiene un claro contenido ideológico muy a tono de la idea de libertad de los protagonistas. Cowboys modernos que se unen armando un convoy contra las injusticias del poder. Una película rara para ser tan comercial y al mismo tiempo una marca de autor que se nota aun en circunstancias adversas. No hay película de Sam Peckinpah que no valga la pena y esta es una de las más livianas, además. La banda de sonido, con clásicos de la música country, es un lujo extra, además de sus grandes protagonistas.