Jeremiasz Angust es un arquitecto de éxito que luego de una conferencia se dirige al aeropuerto. En medio de la lluvia y un embotellamiento una joven le pide que la lleve. Él acepta y comienza una conversación inocente que luego se transformará en algo más siniestro.
Aunque la película es muy corta es a la vez demasiado larga. Su estructura ingeniosa pero previsible no tolera una extensión de largometraje. Con la mitad de los minutos sería una episodio de una serie. Pero no uno genial, sino uno de esos que hemos visto mil veces. No avanzaremos sobre la trama pero los últimos treinta minutos son eternos, obvios y bastante tontos.
Pero el arranque es entretenido. En caso de durar cincuenta minutos el efecto diversión convertida en decepción hubiera sido menos grave. Tal vez por eso las series malas tienen más popularidad que las películas malas, porque duran menos.