Dorados 50 cuenta muchas historias. Cuando su director, Alejandro Vagnenkos, entra en crisis por cumplir cincuenta años comienza a reflexionar sobre los cincuenta años de matrimonio que muchas parejas han alcanzado. Esa es la historia principal, la de la búsqueda del realizador. Pero a ese se le sumarán muchas otras, en particular la de un grupo de parejas que sentadas en un sillón sobre el escenario de un teatro contarán su relación. Con humor, un poco de emoción, con momentos muy logrados y con otros muy simples pero simpáticos.
Este sillón con parejas de gente mayor es una idea completamente tomada de las parejas de Cuando Harry conoció a Sally… pero sin Nora Ephron ni Rob Reiner. El cine de Hollywood ayuda a mejorar nuestra cinematografía. No es un plagio, tan solo un punto de partida, después cada situación tiene su propia vida, sus detalles, su propio encanto. Menos efectivo es cuando el director busca ponerle simpatía y humor a su propia historia. Aunque logre transmitir la idea, algunas resoluciones no son tan felices como la dinámica de las parejas del sillón. El cierre es bastante obvio pero allí aparecen por suerte las parejas para derrochar simpatía y cerrar esta película.