En el enorme universo del cine de ciencia ficción, pocas adaptaciones de libros han sido tan discutidas como la de la saga de Duna, escrita por Frank Herbert. Hace tres años Denis Villeneuve logró convencer a la mayoría de los admiradores del libro así como también a los espectadores de cine. El prestigio del director y la decidida ambición del proyecto lo llevó a tener un reconocimiento internacional y, seguramente por mucho tiempo, convertirse en la versión oficial de los libros de Frank Herbert. El universo Duna llegó incluso en formato de serie, además de que queda claro que las dos películas no cierran para nada las posibilidades de seguir explorando sus personajes, historias y temas.
Admito sin alegría que Duna: Parte Uno no me gustó nada. Esa primera parte me pareció particularmente aburrida y pretenciosa, a punto de desconectarme por completo de la historia. Sin que esto signifique ignorar ciertos valores de producción que Denis Villeneuve supo desplegar en la pantalla, además de un elenco de variada efectividad pero indiscutible cartel. Duna: Parte Dos significa para quién no le gustó la primera parte, un verdadero trabajo de paciencia para volver a meterse en otras casi tres horas de película. Perdido por perdido, esta segunda resulta más entretenida y espectacular que su predecesora. No puedo evitar sentir una cierta decepción por el hecho de que la historia se haya dividido en dos partes, ya que es imposible que vuelva a ver ambas una vez más. Si pensamos además que el cierre de esta segunda mitad deja las puertas abiertas, las ganas de abandonar este mundo se vuelven definitivas.
En cuanto a la comparación con la versión de 1984, dirigida por David Lynch, Duna: Parte Dos se destaca significativamente, porque pocas cosas del universo inagotable de Lynch eran aprovechadas en aquella película de la cuál no tuvo control y el aspecto narrativo se veía seriamente afectado por los muchos problemas de producción. Rareza entre rarezas, la versión de 1984 es más curiosa que efectiva. Villeneuve es un director muy inferior a Lynch, pero acá se comporta como un realizador comercial capaz de dominar el alto presupuesto y el descomunal elenco que aquí también aparece.