Nuri Bilge Ceylan es casi un desconocido fuera del mundo de los festivales. Esto no es un defecto, muchos genios han tenido ese reconocimiento limitado. Mencionarlo, sin embargo, ayuda a comprender los motivos por los cuales este director llega a las salas con tanto prestigio y festejo. Como dije recién, no ser conocido no dice que un cineasta tenga menos valor. Ahora bien, tampoco es un mérito en sí mismo. Nuri Bilge Ceylan posee una filmografía multipremiada pero no es más que un triste remedo de algunos cineastas de enorme prestigio como Andrei Tarkovski o Abbas Kiarostami. Ciertos elementos estéticos podría emparentarlo con ellos también, pero Ceylan está tan lejos de tener el poder cinematográfico de esos directores que hasta acá llegamos con la comparación.
El protagonista de este nuevo film del director turco es Sinan, un joven escritor que vuelve a su pueblo natal con la esperanza de allí publicar su primer libro, El árbol de peras silvestre. Su familia no parece estar pasando por su mejor momento, vivir con su padre, su madre y su hermana le resulta angustiante. Su padre tiene deudas de juego y ha dejado atrás su condición de maestro escolar. Es en ese pueblo venido a menos que Sinan quiere publicar su libro.
Varias escenas largas, absurdamente largas en varios casos, van marcando el relato. Algunas resultan interesantes y tienen buenas ideas de puesta en escena, pero otras tienen recursos visuales que chocan y rompen la fluidez, consiguiendo solamente llamar la atención sobre los ingeniosos recursos del director. Esas escenas expulsan al espectador, esas largas charlas extendidas tal vez por pretensiones artísticas mal entendidas o porque el director es también el guionista y el montajista de la película. Enamorado de sus imágenes y sus diálogos, no ve motivo alguno para hacer de esta pequeña historia un film de menos de tres horas. Una vez más, la dureación de 188 minutos no es el problema, el problema es la forma en que las escenas se vuelven inútilmente largas.
Como siempre, unos paisajes muy lindos, bien fotografiados, consiguen algunos genuinos momentos de belleza, pero no alcanza para qué este director entregue una obra relevante o al menos interesante.