El callejón de las almas perdidas (Nightmare Alley, 1947) dirigida por Edmund Goulding es un policial negro realizado por 20th Century Fox durante el esplendor del film noir. Es también una de las películas de ese período que con mayor claridad se conecta con el lado de terror que el policial negro posee. Una verdadera pesadilla ambientada mayormente en el siempre inquietante contexto de un parque de diversiones itinerante.
El protagonista es Stanton Carlisle (Tyrone Power), un aventurero oportunista que llega a una feria de variedades y queda fascinado. Le intriga particularmente el “geek” del carnaval, es decir el show de un hombre convertido en bestia cuya gracia era comer animales vivos. Pronto consigue trabajo junto a Zeena (Joan Blondell) y su esposo alcohólico, Pete (Pete Krumbain). Pero las ambiciones de Stan lo van llevando a tomar riesgos cada vez mayores. Como en todo policial negro el protagonista tendrá una puerta de salida más noble que nunca usará. En este caso los personajes femeninos son los que marcan los puntos de referencia que tiene para elegir Stan. Por un lado está la joven e inocente Molly (Coleen Gray) y por el otro la oscura Dra. Ritter (Helen Walker).
La película es una de las primeras en describir los códigos de los falsos adivinadores que en las ferias engañaban a los espectadores. Dos años más tarde la película argentina Fascinación (1949) dirigida por Carlos Schlieper volvería sobre este punto. Cuarenta años más tarde en televisión se seguirían presentando estos personajes como si tuvieran verdaderos poderes. Pero en la película los espectadores son todo el tiempo cómplices del engaño, de la misma manera que seguimos la inmoralidad del protagonista. No es fácil acompañar a un personaje como este, más aún cuando no se trata de un detective o un investigador, sino de un aventurero que desde el vamos tiene poco para proporcionarnos una identificación positiva. Sin embargo sigue siendo el personaje principal y acompañaremos, nos guste o no, su destino.
Tyrone Power era en aquel momento un héroe de capa y espada, es decir la clase de héroe más puro y tradicional que existe. Entre sus muchos roles el que lo había hecho más famoso era el protagonista de La marca del Zorro (1940) donde era el héroe que todos conocemos. Pero Power quería cambiar su imagen. Vista a la distancia su carrera no estaba tan encasillada como él creía, pero cuando uno ve Nightmare Alley su rol es un verdadero desafío. Hasta para los actores especialistas en film noir esta historia es impactante. El fracaso en la taquilla de la película confirma que el riesgo fue grande, incluso más allá de Tyrone Power. La historia está más cerca de Freaks (1932) de Tod Browning que de una adaptación de Raymond Chandler. Pero en el aspecto artístico se puede afirmar que Tyrone Power realiza una de sus mejores actuaciones, tenía razón en hacer esta apuesta.
La película se basa en la novela de William Lindsay Gresham y el guión es nada menos que de Jules Furthman. La filmografía de este brillante guionista incluye Motín a bordo (1935) de Frank Lloyd pero principalmente una larga lista de clásicos para Joseph von Sternberg y Howard Hawks. Aquí realiza un trabajo que se nota tuvo que luchar contra la censura de la época y sin embargo el impacto es tan fuerte como el de una película actual. El director Edmund Goulding tiene una típica filmografía ecléctica que vas de películas ganadoras del Oscar a comedias de los Hermanos Marx, pasando por una película como esta, una verdadera pesadilla en blanco y negro. La nueva adaptación de la novela que hizo Guillermo Del Toro demuestra que la fidelidad al texto original fue bastante relativa y aun así no logra estar a la altura de este pequeño clásico maldito hoy convertido en objeto de admiración por los cinéfilos.