CUANDO UN HOMBRE AMA A UNA MUJER
Dejad que cante el muchacho,ese que se ha enamorado.
Joan Manuel Serrat
En el cine contemporáneo no son muchos los actores que merecen considerarse leyendas cinematográficas. Muy pocos son capaces de asegurarnos un trabajo de calidad que supere la medianía o la irregularidad de la mayoría de los artistas. Más difícil aun es encontrar en los actores veteranos algunos que sorprendan con una actuación salida del corazón, capaz de hacernos creer en el personaje y olvidar que estamos frente a una estrella de la pantalla. Este prólogo es para decir que en El cantante (Quand J’Etais Chanteur, Francia, 2006), Gérard Depardieu entrega una interpretación destinada a convertirse en un verdadero clásico dentro de su extensa carrera. Depardieu logra conmover con su interpretación de Alain Moreau, un cantante de clubes nocturnos y eventos, ya veterano, que realiza su trabajo con convicción, pero que atraviesa su vida con indiscutible tristeza y amargura, hasta que conoce a Marion (Cécile Da France) y se enamora perdidamente de ella (¿hay otra forma de enamorarse?). Momento a partir del cual, se vuelven a generar en él todos los sentimientos que creía perdidos y sus canciones recuperan ese sentido que la música sólo posee cuando uno se enamora.
El arrebato
Lo primero que uno descubre en Alain Moreau es su fe en el amor, tal vez no en el de su realidad, pero sí en el que habita las canciones que canta. Si acaso en su vida cotidiana ha dejado de lado los sentimientos, el momento de cantar se vuelve la excepción a ello. El respeto por su oficio y por las canciones, así como la absoluta falta de cinismo al hacerlo hablan tanto de un profesional serio como de un hombre que espera a alguien que realmente lo conmueva y le vuelva a iluminar el corazón. Como un verdadero romántico, se mantiene en estado latente y logra desarmar su coraza cuando llega la persona adecuada. Pero ese romanticismo del film también está presente en la dificultad de que esa historia consiga encontrar una forma ideal. Por momentos el film remite a otras historias crepusculares como Amor en la tarde, de Billy Wilder o Interludio de amor, de Clint Eastwood y, dentro de los films más recientes, también se hayan ecos de Perdidos en Tokyo, aunque El cantante no se parezca demasiado a ninguno de estos films. Es que la pareja no está establecida con las reglas de los films románticos y el film se esfuerza más en perfilar al personaje masculino que al femenino. Aunque de ella sabemos que está divorciada y que no logra establecer un buen vínculo con su hijo ni crear un hogar. Aun así, el director sólo aporta todo lujo de detalles sobre Alain, sobre su vida pasada, sobre su entorno (trabaja con su ex mujer), sobre sus deseos, sobre sus tristezas, hasta sobre su peinado y sus problemas de peso. La identificación del espectador va a pasar más por él que por ella. Y dicha identificación se produce porque Depardieu demuestra tener todo el carisma que necesita una estrella. Su rostro serio, su encanto profesional al actuar, su amor por las canciones, su enamoramiento absoluto, su dolor al ver a la mujer que ama bailar con otro mientras él canta, sus temores, sus alegrías, su coquetería, su soledad. Todo retratado por un actor en su esplendor y completamente alejado de su perfil explosivo y violento que muchas veces hemos visto en su filmografía. Acá, por el contrario, es un personaje que despierta una gran ternura.
Viejas melodías
Alain Moreau tiene un repertorio de canciones del pasado, una referencia tanto a su edad como a la de su público y a la clase de cantante que es. El propio Depardieu interpreta los temas del film, cuya banda sonora incluye: Quand J’Etais Chanteur (título original del film), Faut Pas Pleurer Comme Ca, L’Anamour, Les Paradis Perdus, Aimer La Vie, Save The Last Dance For Me, Je N’Aurai Pas Le Temps, Qui Sait, Qui Sait, Qui Sait, Pas Envie De Crever, entre otras. Pero la película no hace hincapié en el lado nostálgico de las canciones, sino en la inmortal sencillez de sus letras y los sentimientos que expresan. Tal vez el film sea un homenaje a esa forma de hacer música (y cine) como también un homenaje a la gigantesca figura de Depardieu. Por cierto que el nombre de su personaje Alain Moreau- parece estar construido en base a otras dos grandes de la pantalla francesa: Alain Delon y Jeanne Moreau. El director Xavier Giannoli encuentra el fino equilibrio entre un cine simple y directo y una obra profunda y compleja. Bien alejado del aburrimiento de los films falsamente modernos y lejos también de un film convencional, la película explora un universo con sensibilidad, sin explosiones dramáticas, pero sí con instantes de profunda emoción. Un verdadero film romántico protagonizado por personajes reales y por sentimientos que también lo son. En cuanto a las canciones, si cineastas tan actuales como Pedro Almodóvar o Wong Kar-wai, dos verdaderos románticos, las usan una y otra vez con notables resultados, tal vez sea hora de comprender que a veces las formas simplificadas del arte pueden ser las que encierren los más complejos sentimientos. De esta sencilla clave está construida El cantante y en eso radica su delicada belleza.