Peliculas

El castillo de arena

De: Matty Brown

Está circulando un video de Quentin Tarantino donde dice que el cine se terminó en el año 2019. Siempre surgen estas expresiones apocalípticas con respecto al cine pero es posible que esta vez sea un poco más real que en ocasiones anteriores. La forma en la que se exhibe, se comparte y se ve el cine venía cambiando y en el 2020 voló por los aires. Cuando se ve que semana tras semana una película irrelevante y con cero interés queda primera entre lo más visto de Netflix, como ocurre en Argentina ahora con El castillo de arena (Líbano, 2024), se empieza a creer que ya no se eligen las películas, sino que se colocan delante para recibir un clic.  Nadie en su sano juicio puede creer que una producción como esta llame tanto el interés, es evidente que hay manipulación de cómo se ofrece el contenido. Los espectadores no parecen preocupados, porque las películas son más efímeras que nunca. ¿Quién que vea un número uno de Netflix lo recordará en un mes? No es casual, es parte de la misma idea. Hoy por hoy, ese top ten debería ser tomado como una guía de lo que no hay que ver.

El castillo de arena es explicada al final con unos carteles que nos explican la dura situación de los niños en zonas de guerra. La imaginación como una única herramienta para sobrevivir a la terrible realidad que los rodea. El cartel explica la película que en ningún momento intenta ser clara. Una familia en una isla desierta con un pequeño faro va atravesando toda clase de momentos que generan un clima ambiguo acerca de porqué están allí o sí quieren salir. Entre la alegoría y el mundo de M. Night Shyamalan, la película especula acerca de las amenazas que rodean a esta madre, este padre, su hijo mayor y su hija menor. La actriz y directora Nadine Labaki, la figura conocida en esta película, una figura de una fotogenia indiscutible, apenas puede hacer algo para que nos importe lo que ocurre. Si todas las películas necesitan un cartel para resumir sus incongruencias, entonces manden una nota en lugar de hacernos perder casi dos horas de nuestra vida.