El contador de cartas (The Card Counter, Estados Unidos, 2021) es la nueva película de Paul Schrader. El veterano realizador es famoso por haber escrito el guión de varios films de Martin Scorsese, entre otros directores. Son de Schrader los guiones de Taxi Driver (1976), Toro salvaje (1980), La última tentación de Cristo (1988) y Vidas al límite (1999) así como también los de The Yakuza (1974) de Sidney Pollack, Obsesión (1976) de Brian De Palma y La costa Mosquito (1986) de Peter Weir. Como director, Paul Schrader tiene una carrera despareja, siempre interesante y últimamente ha logrado alcanzar tal vez su mejor nivel, o al menos ha conseguido hacer de su estilo y sus ideas algo más puro y exacto.
Luego de First, Reformed (2017) una verdadera obra maestra protagonizada por Ethan Hawke, Paul Schrader confirma su gran momento con esta película protagonizada por Oscar Isaac, donde una vez más el guionista y director parece haber alcanzado la madurez definitiva de los grandes cineastas. Pero, para ser claros, a diferencia de los grandes maestros, Schrader tiene varios títulos incomprensibles y absurdos, muy por debajo de su talento. Cada vez que él estrena un buen film la tentación es revisar toda su obra, pero no es necesario hacerlo.
El protagonista de la historia es William Tell -obviamente no su verdadero nombre- un ex militar que se volvió un experto en cartas en los ochos años que pasó en la prisión militar. Los motivos de su encarcelamiento tiene que ver con violaciones de derechos humanos a prisioneros de guerra. Ahora vive una vida metódica y acética, jugando cartas en casinos, ganando dinero que no utiliza más que para continuar con esa vida. No se aloja en los hoteles de los casinos, sino en otros cercanos, donde vive con lo mínimo, obsesionado con los números y con los porcentajes de cada juego de cartas.
Pero entonces Cirk (Tye Sheridan), el hijo de un compañero del ejército se acerca a él para pedirle que lo ayude con una venganza. El líder del grupo que cometió los crímenes, el Mayor retirado John Gordo (Willem Dafoe), ha quedado impune a pesar de ser el promotor y el artífice de dichas acciones. Al mismo tiempo, una accionista que financia jugadores de póker, La Linda (Tiffany Haddish), tienta a William para que participe en torneos. Tanto Cirk, de forma negativa, como La Linda, de forma positiva, alteran la rutina del protagonista y lo enfrentan a sus propios dilemas.
El contador de cartas es, posiblemente, la película de Paul Schrader más parecida al cine de su amado Robert Bresson. Este cineasta francés siempre fue objeto de culto por parte de Schrader y aquí directamente crea una historia conectada con el mundo del realizador de Un condenado a muerte se escapa (1956) en particular con El carterista (1958) de la que toma muchos elementos, algunos de los cuales no anticiparemos. William está buscando desesperadamente una redención. Su vida dedicada a las cartas, prácticamente religiosa, obsesiva, le permite una rutina sin angustias que aplaca, al menos en la superficie, la culpa que lo atraviesa desde que ha cometido sus crímenes, más atroces que los que han cometido alguna vez los personajes de Bresson.
El protagonista de El contador de cartas es un clásico personaje de Schrader en busca de una redención. Solitario, sumergido en cada una de las rutinas que le permiten ordenar el caos a su alrededor, no sólo el exterior sino, principalmente, el interior. La ilusión del control a través de los números contrastada con la condición caótica de la existencia humana. La película es una de las más perfectas de Paul Schrader, que parece haber encontrado en esta etapa de su carrera el tono justo entre los temas que le interesan y la estética para tratarlos. Todo el elenco tiene la sobriedad y el minimalismo de los modelos de Robert Bresson. El único quiebre estético son esos flashbacks donde el protagonista recuerda el abismo en el cual sumergió su alma y del que trata de salir en cada uno de los actos que lleva adelante con la esperanza de alcanzar la redención.