En esta comedia se cuenta la historia de Dina (Betiana Blum) una mujer que lleva muchos años sin ver a sus tres hijos. Ni ellos parecen muy interesados en volver para ver a su madre controladora, ni ella puede ir a verlos debido a su miedo a volar. Entonces toma la decisión más extrema y disparatada: junto con sus amigos decide fingir su muerte y organizar un falso funeral para que ellos regresen.
No importa aquí ni la verosimilitud del argumento ni tampoco un análisis moral de tan extrema decisión. Es una comedia de trazo grueso y el disparate está planteado desde el comienzo, no hay problema desde ese punto de vista. Los problemas pasar por otro lado.
A pesar del elenco multitudinario, la película se ve muy amateur en su ejecución, un mal que aun hoy el cine argentino tiene en algunos de sus films. A veces un cine primitivo puede ser igualmente encantador o revulsivo. En el caso de la comedia, ser gracioso o no va más allá del presupuesto. Pero acá nada, absolutamente nada es gracioso. El universo variopinto de personajes, todos los estereotipos actualizados a los tiempos actuales, no dejan de verse como una comedia argentina antigua. No es un sainete, pero se ve fuera de época en el mal sentido. Es un verdadero milagro que en ese contexto Betiana Blum consiga igualmente hacer una actuación digna. Como una fortaleza inexpugnable, ella no se ve afectada ni por el diálogo, ni la imagen, ni el elenco menos conectado que ella. Eso se llama profesionalismo y talento, pero no alcanza para salvar a un film como este.