El empleado y el patrón cuenta la historias de dos jóvenes que viven en el campo. El patrón disfruta de una buena posición económica y una felicidad opacada solo por algo: la salud de su bebé. El empleado está buscando trabajo para mantener a su bebé recién nacido, por eso no duda cuando el patrón decide contratarlo para trabajar en sus tierras. Ambos se ayudan mutuamente y la relación parece ser muy positiva. Pero un día ocurre un accidente en el campo y todo se altera. El conflicto irá creciendo y sus consecuencias son difíciles de calcular. Mientras se busca restaurar el orden se vuelve inevitable pensar que ya no hay vuelta atrás.
El empleado y el patrón tiene las actuaciones desparejas propias del cine rioplatense. Están los naturales, los no profesionales y los que actúan a la antigua, pero en promedio la puesta en escena y la tarea del realizador hace que no afecte demasiado ese conglomerado actoral. Las ideas políticas que se desprenden de la historia no son el centro de esta, sino que el drama central está concentrado en conflictos más puntuales y un desenlace de una potencia dramática intensa, no tanto por el guión, sino por como está filmada. La ideología de la película es la del cine, no tanto la de la política. La amargura trágica que sobrevuela a El empleado y el patrón es su mayor valor, sea aceptado por el espectador o no.