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EL HOMBRE DE AL LADO

De: Gastón Duprat y Mariano Cohn

CASA DE MIEDO

Leonardo es un diseñador de gran prestigio, casado y con una hija. Vive en la casa soñada de cualquier diseñador refinado, la casa Curutchet diseñada por el legendario arquitecto Le Corbusier. La perfección de su universo de diseño se ve opacada por su vecino Víctor, quien sin mediar aviso realiza un agujero en la medianera para colocar una ventana. El film arranca con un plan estético muy claro, la pantalla dividida en dos, mostrando la misma pared desde ambos lados, el punto de vista de donde vive Víctor y el punto de vista de donde vive Leonardo. Pero ese doble punto de vista es solo un truco estético, ya que el film nunca nos permitirá ver realmente desde ambos lados. Los espectadores del film, los realizadores y los críticos pertenecen al lado de Leonardo, no al de Víctor. Pase lo que pase, la mirada no es doble. Y no está mal que no lo sea, pero delata algo: el primer plano es muy ingenioso, pero no es coherente con lo que sigue. Son los problemas de un programa estético definido, la exigencia aumenta notablemente.

El choque entre dos personalidades, dos universos encuentra en la medianera un espacio tan claro como rico y lleno de posibilidades que los directores saben aprovechar. Por momentos, la película recuerda a El plomero (The Plumber, 1979), de Peter Weir, notable telefilm donde una antropóloga civilizada se enfrentaba a la presencia cada vez más agobiante de un primitivo plomero. Ambos films tienen una conclusión afín y muchos puntos de contacto. Pero los realizadores buscan acá desnudar con insistente ironía las miserias y los clichés de una pareja moderna y su entorno. Es prácticamente imposible sentir simpatía por el pretencioso Leonardo, su insufrible esposa o su indiferente hija. La caricatura de trazo grueso de estos personajes no perjudica finalmente al film, ya que la interpretación que hace Daniel Araoz de Víctor es tan notable y auténtica, que se lleva por delante el resto de las obviedades. Claro que puede pensarse que los directores buscaron exactamente eso: darle al vecino una complejidad más perturbadora que la del protagonista.

Aun con estas objeciones el film consigue mantener la tensión en todas las escenas entre Víctor y Leonardo, poniéndose gran parte del tiempo contra la hipocresía y la mala educación del educado diseñador. Varias escenas logran marcar esta violencia contenida y cuando la ambigüedad moral domina las acciones, el film alcanza su punto más alto. También se pueden ver algunas influencias de Cabo de miedo, de Martin Scorsese, en particular el coqueteo con la hija y la posibilidad de que “el villano” se vaya colando entre las grietas de una familia no declaradamente disfuncional. Otro mérito está en no alejarse casi nunca de la locación principal y mantener de esa manera la unidad dramática que el film necesita.

Otro misterio a resolver es por qué se comercializa el film como una comedia. Tal vez cause mucha gracia a muchos espectadores la burla al mundo fashion y snob de los diseñadores, pero a mi no me provocó eso en ningún momento. O tal vez también pueda resultar gracioso el personaje de Víctor, aunque a mi tampoco me pareció que lo fuera. Justamente, si fuera una comedia sería una película excesivamente irónica y demasiado pedante. Entendida de forma más seria El hombre de al lado es un film más profundo y complejo que excede el tono satírico. En definitiva, la historia que se cuenta acá no es acerca del monstruo que está en la casa de al lado, sino la del que está bajo nuestro propio techo.