El hoyo es el nuevo producto que ofrece Netflix en primer plano, bien a mano para que todos sepan que existe. Estrenada sin éxito en el 2019, ahora parece tener una nueva oportunidad de éxito. Lamentablemente los noventa minutos que dura esta película de ciencia ficción están muy por debajo de su promesa inicial y se alargan para ir perdiendo minuto a minuto un poco más de su empuje de arranque. Y sí, el arranque es interesante, como lo es el comienzo de El juego del miedo o El cubo, dos películas con las que guarda una cierta similitud al ofrecer un espacio cerrado inicial que atrapa al espectador. También recuerda, por momentos y salvando las distancias, a Snowpiercer, la película de Bong Joon-ho.
La historia arranca cuando Goreng despierta en una celda de concreto marcada con el número 48. Su compañero de celda, Trimagasi, explica que están en una prisión tipo torre en la que los alimentos se entregan a través de una plataforma que viaja de arriba hacia abajo a través de los grandes agujeros en los pisos y techos en el centro de las celdas. Los que están en niveles inferiores solo pueden comer lo que los de arriba los dejan. La sala se calienta o enfría hasta la muerte si los prisioneros intentan acumular comida después de que la plataforma haya abandonado su nivel. Cada mes, los prisioneros son asignados a un nuevo nivel, y cada prisionero puede traer un objeto con ellos; Goreng eligió una copia de Don Quijote, Trimagasi, un cuchillo autoafilante.
El hoyo es, como queda claro, una versión española de las ideas y conceptos de El cubo, buscándole una vuelta ingeniosa e intentando todo el tiempo reflexionar acerca de la naturaleza humana. ¿Pueden ser los seres humanos generosos o son necesariamente todos egoístas y destructivos? Cada nueva vuelta de tuerca de la película ofrece otra mirada sobre esta pregunta. Las reflexiones no son muy sofisticadas y el guión comienza a dar manotazos para seguir impactando como sea. La alegoría de las clases sociales es evidente, aunque va más allá al cambiar a los presos de nivel de un mes a otro. Parece ser, más que nada, un ensayo sociológico. ¿Pero de quién? Más que del director que de los habitan en la superficie. Recién logra en la última media hora retomar cierto ritmo y movimiento pero como toda película con una premisa fuerte y limitada, cae presa de sus propias arbitrariedades y contradicciones. Su único interés es que las reflexiones acerca de la bondad, la solidaridad, el egoísmo o la violencia, se vuelven ideas que rondan la cabeza de la gente en el año 2020, el año donde la humanidad se tuvo que enfrentar a una situación de conflicto global como pocas veces se había visto anteriormente. Una casualidad que a El hoyo le dará un interés extra. Eso y, claro, que Netflix la publicita mucho más que otros films mejores.