El juego del calamar saca su título de un juego infantil que es explicado al comienzo del primer episodio. Es un juego que se practica en exteriores y el terreno en el cual se juega es una serie de formas geométricas (círculo, cuadrado, triángulo) que evocan sumadas la figura de un calamar. El jugador que llegue hasta la cabeza, gana. Pero los protagonistas son adultos con un juego muy diferente por delante.
Personas desesperadas, llenas de deudas, son reclutadas por un grupo misterioso y llevadas a un lugar completamente desconocido al que los jugadores llegan inconscientes, imposibilitados de saber como llegaron hasta allí una vez que aceptaron participar. Son más de cuatrocientos jugadores que deberán pasar pruebas para obtener la fortuna del premio final. Lo que los nuevos jugadores no saben es que perder en el juego significa perderlo todo.
Los nueve episodios de la que parece una primera temporada remiten y evocan a docenas de títulos de acción, terror, ciencia ficción, cine político y aventuras. Battle Royale, Los juegos del hambre, La décima víctima, The Most Dangerous Game, Rollerball, Carrera contra la muerte, Operación cacería, El método, Guns Akinbo, Alice in Borderland y muchas otras historias que se dan cita aquí. También funciona como un show televisivo, no en la historia, sino en la idea de los juegos. Remite a los violentos programas asiáticos donde los personajes tienen que superar pruebas verdaderamente límites. No hay nada nuevo en El juego del calamar.
La serie tiene algunos aciertos ingeniosos de dirección de arte que son una mezcla entre Juguetes (Toys, 1996) de Barry Levinson y los juegos de Telematch, el show televisivo alemán. Aunque incluso estos aciertos pierden fuerza con el correr de los episodios cuando ya no son una sorpresa. Las vueltas de tuercas que van apareciendo no le suman a la serie, sino que la sumergen en mayores imitaciones y evocaciones de otras series y películas. Las obviedades del discurso también se vuelven repetitivas, los últimos juegos carecen de interés, directamente.
Tiene trajes enigmáticos de colores por parte de quienes controlan a los participantes y máscaras que sirve para vender productos asociados si la serie confirma su descomunal éxito. Tiene lugares comunes y discursos altisonantes, para que parezca una crítica a la sociedad de consumo y un sistema donde los individuos viven obsesionados por el dinero. Todo con un nivel muy bajo de complejidad, buscando recursos elementales para impactar. Tiene una buena dosis de sangre y violencia y a pesar del tema muy pero muy poca emoción.
Aunque no estrictamente un programa de concursos, los juegos tienen el mismo espíritu de entretenimiento. La serie se alarga demasiado y los momentos divertidos se separan muchos. Algunas subtramas son ridículas pero interesantes y los personajes carecen de cualquier tipo de sofisticación. A veces funciona, a veces falla. Una temporada es más que suficiente.