El cine argentino documental encuentra, desde ya hace muchos años, un resultado artístico y cinematográfico mayor cuando el centro de sus historias no es un panfleto político. Músicos, artistas varios, personajes raros o historias olvidadas terminan siendo muy superiores a los filmes nacionales que intentan dar una mirada política del mundo. Esto se repite año tras año y el navegante solitario es un ejemplo perfecto de esto. Ojo, no es que no exista la política en la película, tan solo que no es el centro ni el motivo por el cual el realizador Rodolfo Petriz decide contar la historia del incomparable Vito Dumas.
Otro gran defecto de los documentales argentinos es creer que cualquier tema sirve para un documental o que un buen tema no se arruina de ningún modo. Dos errores terribles en los que no cae este film. Vito Dumas, El navegante solitario del título, es un personaje que merece uno, dos, diez documentales, una serie de televisión, varios libros, un monumento. Su figura hoy olvidada por casi todos, es una de las más espectaculares que haya dado la República Argentina en el siglo XX. ¿Pero qué pasa con aquel que jamás escuchó hablar del gran Vito Dumas? Por supuesto que la película se encarga de explicar de forma muy clara y entretenida quien es el personaje al que le han dedicado todo el film.
Dumas, cuyo apellido ya lo pone en el camino de la aventura, nació en el barrio de Palermo en el 1900. Todavía una época de aventureros con muchas hazañas por alcanzar. Practico los más variados deportes y tuvo desde siempre la ambición de hacer algo memorable. En 1925 ostentaba el récord mundial de permanencia en el agua. Con un físico privilegiado y preparado por el mar, decidió emprender una serie de viajes que lo harían entrar para siempre en la historia grande de la navegación mundial. Sin proponérselo, sus méritos naturales y su coraje terminaron ofendiendo a profesionales de la navegación que mantuvieron hacia su figura de héroe un odio que superaba la simple envidia o celos.
No es necesario contar más porque la película, con una mayoría de testimonios impecables, reconstruye su vida, su ascenso y su ocaso. Y como la película lo demuestra, su victoria final y definitiva. Una avenida, la más ancha que se encuentre frente al mar, debería hoy llevar su nombre. Mientras tanto, tiene este documental que le hace justicia. No solo por recuperar su figura, sino por hacerlo con oficio cinematográfico, excelente material de archivo y buen pulso para la narración. Verdadero ejemplo de navegación en el recuerdo de un aventurero llamado Vito Dumas.