Thomas, de 19 años, se despierta en un hospital después de tres años en coma. No recuerda nada del incidente, pero le contará, poco a poco a su psicóloga todas las tensiones previas a la masacre en la cual su familia ha sido asesinada en su propia casa y su hermana permanece desaparecida. El propio Thomas fue herido de una puñalada en el estómago y así lo encontraron cuando los rescataron. Toda la trama, de escasos y eternos noventa minutos, está construida a partir de la titánica tarea de disimular el desenlace absolutamente evidente. Quien quiera ver esta película francesa de forma distraída tal vez levante una ceja al final, pero quien preste atención tendrá el ceño fruncido hasta que la ridiculez de un guión muy forzado llegue a su remate. Interés nulo.