El país de las últimas cosas (In the Country of Last Things, Argentina/República Dominicana, 2020) es un largometraje escrito y dirigido por Alejandro Chomski, basado en la novela del mismo nombre escrita por Paul Auster. Esta fantasía distópica sigue los pasos de Anna, una joven que viaja para encontrar a su hermano desaparecido. Ella está en una ciudad sin nombre y la voz en off es el relato de los eventos que ella vivió. Filmada mayormente en un cuidado y bello blanco y negro, la película se ve lujosa en ese aspecto pero bastante obvia y pobre en la construcción de ese mundo destruido en el cual transcurre la historia.
Aunque Anna parece estar condenada a un derrotero solitario, ella conoce en la biblioteca a Sam, un periodista extranjero que busca conservar la mayor cantidad de información de la cultura del lugar. A pesar de estar narrada con estilo, la película no puede escapar de las referencias visuales más evidentes, 1984 de Michael Radford y El proceso de Orson Welles. De este último ojalá hubiera tomado la astucia para hacer una película inolvidable con un presupuesto limitado. Todo el largometraje está teñido por su carga literaria, lo único que explica su voz en off pesada y forzada. Como película es solemne, alegórica y bastante antigua. El cuidado estético y el amor por el libro no alcanzan para construir una obra que valga la pena. Hay, sin que sume nada, algún homenaje a Auster con un retrato en la pared o a Siri Hustvedt, pero son tonterías para los fans del matrimonio y nada más.