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El pájaro canta hasta morir

De: Daryl Duke

El pájaro canta hasta morir (The Thorn Birds) es una miniserie norteamericana exhibida originalmente por ABC entre el 27 y el 30 de marzo de 1983. Está basada en el best seller de Colleen McCullough, una novela australiana publicada en 1977 cuyas ventas superaron los treinta y tres millones de ejemplares, siendo el máximo éxito de una novela en Australia. En España la miniserie se estrenó como El pájaro espino y en Latinoamérica como Amor entre espinas y también El pájaro canta hasta morir, un título particularmente efectivo a la hora de atraer audiencias. Su éxito descomunal la convirtió en una de las miniseries más importantes de la historia de la televisión, siendo la segunda más vista luego de Raíces (1977). El productor de ambas obras es David L. Wolper, también responsable de otros éxitos en ese formato como Norte y Sur (1985). Los protagonistas de El pájaro canta hasta morir son Richard Chamberlain y Rachel Ward, pero acompañados por un importante elenco de jóvenes actores y verdaderas leyendas del Hollywood clásico.

Aún hoy, muchos recuerdan el libro, que fue un éxito de ventas, pero no hay comparación con el furor que produjo en casi todo el mundo esta miniserie que fue un verdadero evento en su momento. La historia de amor prohibido, los temas que trataba y cómo los trataba marcaron a una generación. O mejor aún, a dos generaciones, porque los que recuerdan El pájaro canta hasta morir pertenecen a dos grupos, los que la vieron siendo adultos y los que sufrieron la censura de sus padres siendo niños o preadolescentes. Para aquellos años, la historia era muy fuerte y polémica. Incluso hoy hay varias escenas fuertes, más allá que se perderían en la multitud de ficciones que hoy puede ver cualquier persona en cualquier servicio de streaming y en cualquier horario. Pero atención, y aquí hay un punto importante: El pájaro canta hasta morir no fue uno de esos éxitos efímeros que hoy suelen comentarse y mañana se olvidan. Si había algo que ofrecía la televisión era justamente ofrecer un impacto real que comprometía a los espectadores de una forma que hoy no lo hacen las series.

La serie transcurre mayormente en Australia y es allí donde comienza la acción en 1920. Ralph de Bricassart (Richard Chamberlain) es un joven cura católico, apuesto y ambicioso, vinculado a un clan ganadero liderado con mano fuerte por la matriarca Mary Carson (Barbara Stanwyck). Ella lo impulsa a tener una carrera para convertirse en el primer cardenal australiano al mismo tiempo que, en privado, lo desea sexualmente. Los intentos de concretar ese deseo no encuentran eco en el cura, que por su celibato se niega rotundamente. A pesar de eso el vínculo entre ambos sigue, con el apoyo de la mujer rica a la carrera del joven padre. Al rancho Drogheda llegan los familiares irlandeses de Mary Carson, el matrimonio de Richard y Fee Cleary (Richard Kiley y Jean Simmons) y sus cinco hijos, los cuatro varones y la única niña, Meggie (interpretada esa parte de la miniserie por Sydney Penny, quien luego trabajaría en El jinete pálido, junto a Clint Eastwood). Entre Ralph y Meggie surge una conexión instantánea que se convierte en una rápida amistad, producto de la falta de atención que tiene la madre por ella al ser la pequeña mujer del rancho. Ralph hace todo lo posible por darle la mejor educación y la ve crecer con una joven brillante y llena de pasión.

La carrera de Ralph de Briccasart lo llevará Roma, donde irá ascendiendo en su carrera en la iglesia, pero en uno de sus regresos a Australia, con Meggie ya adulta (interpretada a partir de ese momento por Rachel Ward) descubre que ese amor inocente se ha convertido en algo más. Para el cura, la tensión entre su genuino amor por Dios y su amor por una mujer, será el máximo desafío de su vida. Para Meggie, aceptar esto y resignar su felicidad u olvidarlo y hacer otra vida, se convertirá también en un pesar a lo largo de los años. Además de esta historia de amor y deseo, se va desarrollando la vida de la familia, con sus tragedias y sus alegrías, recordando siempre que se trata de un melodrama en estado puro, sin timidez y sin piedad. La pareja protagónica no es la única que sufre en los casi cincuenta años que abarca la historia.

Hay varios elementos transgresores o polémicos que, si uno lo pienso, lo deben haber sido aún más en 1983. En primer lugar el dilema del protagonista, pero también esa mujer rica que, sabiendo su vocación, intenta tener sexo con él, incluyendo una escena donde lo busca a buscar estando él desnudo. Llama la atención la conexión entre Ralph y Meggie cuando ella es una niña y aunque no ocurre nada en esos años, el saber lo que viene genera una nada accidental ambigüedad. El arzobispo Arzobispo Vittorio di Contini-Verchese (Christopher Plummer) con su discurso político y cínico, sumado a las referencias a El padrino en sus formas también son algo no tan habitual. Varias escenas de sexo, siempre televisivas, claro, van marcando la apasionada narración de esta historia. Cada episodio parece perfectamente armado para armar un comentario y aunque en aquel momento no existían las redes sociales, era el simple boca a boca del siguiente lo que le daba valor extra al peso cultural de la miniserie. Aunque el mayor interés siempre está en Ralph y Meggie, la tiene una última hora donde ellos ocupan un lugar secundario, antes del esperable desenlace.

El pájaro canta hasta morir se convirtió automáticamente en un clásico. A pesar de ser un libro de gran éxito, armar un elenco tenía sus riesgos. El pilar fundamental fue Richard Chamberlain, quien era en aquella época una verdadera estrella de la televisión, casi un prócer. Desde los años de Dr. Kildare (1961-1966) hasta Shogun (1980), Richard Chamberlain fue un sinónimo de éxito en la pantalla chica. También tenía, para 1983, una interesante carrera en cine, incluyendo Los tres mosqueteros (1973), Los cuatro mosqueteros (1974), Infierno en la torre (1974) y La última ola (1977). Rachel Ward, por su parte, no era tan conocida y no fue elegida como primera opción. Michelle Pfeiffer, Olivia Newton John y Kim Basinger fueron algunas actrices que pudieron ocupar ese lugar. Jane Seymour era la elegida pero en un accidentado ensayo quedó fuera de la competencia. Poco antes había sido madre y terminó “amamantando” a Richard Chamberlain cuando la leche materna surgió mientras ambos hacía pruebas para una escena.

Cuatro grandes estrellas le daban más peso a la miniserie. Barbara Stanwyck, Jean Simmons y Richard Kiley terminaron ganando un Emmy por su trabajo aquí. Los tres realmente dieron lo mejor para sus papeles. El rol de Stanwyck, como esa mujer de más de setenta años, fuerte, poderosa y con deseo sexual, sólo podía ser interpretado por una actriz con su trayectoria y talento. La misma entrega para Richard Kiley y, finalmente, Jean Simmons, quien tiene el rol más grande y, tal vez, uno de los mejores de toda su extensa carrera. El último gran nombre es Christopher Plummer, otra estrella que aquí se divierte y se sale un poco del tono del resto del elenco. Sin duda son estos secundarios los que más brillan actoralmente. Rachel Ward tiene sus momentos, pero no es tan pareja. Irónicamente, la peor escena es cuando insulta y deja a su marido Luke O’Neill (Bryan Brown, el único australiano en los roles principales), pero el misterio detrás de esto es que Ward y Brown se enamoraron durante el rodaje, formando un matrimonio con tres hijos, y manteniéndose unidos hasta hoy. Ward parece más enamorada que enojada en la mencionada escena.  Otros grandes actores que participan de la miniserie incluyen a Piper Laurie, Earl Holliman, Barry Corbin, Mare Winningham.

La serie transcurre en Australia, pero fue filmada en California, lo que explica algunos detalles raros, como los volantes a la izquierda y no a la derecha. La miniserie, tal vez por algo de orgullo, fue éxito en muchos países del mundo, pero no en Australia. Durante el proyecto se pensó -inicialmente- en Peter Weir como director. El maestro australiano había dirigido a Richard Chamberlain en una de las películas australianas más importantes de la década del setenta La última ola (1977). Pero los productores vieron que filmar en un rancho en dicho país era logísticamente una pesadilla, prefirieron quedarse en California y eso que lo que finalmente se ve en la pantalla. Finalmente el director fue Daryl Duke, experimentado director de televisión y con un clásico en el cine: El socio del silencio (1978) con Christopher Plummer y Elliot Gould.

El pájaro canta hasta morir tuvo una secuela, o para ser exactos una “midcuela” llamada El pájaro canta hasta morir: los años perdidos (1996) que narra los eventos de una década después al encuentro apasionado entre los protagonistas de la miniserie. En este telefilm sólo trabaja Richard Chamberlain, por lo que lo mejor es ignorarlo. El recuerdo de la historia original y sus dos protagonistas no debe ser manchado por esta película. Pasaron ya más de cuarenta años desde su estreno y aún hoy El pájaro canta hasta morir es recordada como el gran fenómeno que fue. La música compuesta por Henry Mancini sigue siendo otro valor extra para la vigencia de la historia y la miniserie figura en cualquier historia de la televisión mundial. Un melodrama romántico de pura cepa que supo ganarse el corazón de los espectadores del mundo. El título original refiere a una historia que se cuenta dos veces en la miniserie: “Hay una historia… una leyenda sobre un pájaro que canta sólo una vez en su vida. Desde el momento en que abandona su nido, busca un árbol espinoso… y no descansa hasta encontrar uno. Y luego canta… más dulcemente que cualquier otra criatura sobre la faz de la tierra. Y cantando se clava en la espina más larga y más aguda. Pero, al morir, se eleva por encima de su propia agonía, superando a la alondra y al ruiseñor. El pájaro espino paga su vida por una sola canción, pero el mundo entero sigue escuchando y Dios en su cielo sonríe.”