Cine Clasico

El pibe

De: Charles Chaplin

Un 21 de enero del año 1921 se estrenó El pibe (The Kid), el primer largometraje de Charles Chaplin. En los títulos figuraba con Charlie Chaplin y su filmografía ya incluía muchos cortometrajes, pero recién empezaba lo más valorado de carrera. Charlie no solo protagonizó la película, también la dirigió, la produjo, la escribió y realizó el montaje, aunque no figura en los créditos. Cuando se lanzó por última vez en 1971, Chaplin también compuso la música que la acompaño. Un verdadero autor cinematográfico, un artista en total control de su obra. No muchos años atrás había sido un inmigrante inglés que llegó a Hollywood a probar suerte. Su talento fue descubierto y su éxito le permitió controlar sus películas. Comenzaba la leyenda, Chaplin era la persona más famosa del planeta, su figura de vagabundo fue sinónimo de cine durante décadas. Si uno veía el bombín y el bastón, sabía de que trataba.

The Kid es la historia de un niño cuya madre (Edna Purviance), soltera y abandonada, decide dejar al cuidado de alguien con mayores recursos. Lo deja junto a una carta dentro de un auto lujoso. Pero el auto es robado y cuando los delincuentes descubren al bebé, lo abandonan en un barrio pobre. Allí pasa el vagabundo conocido por todos nosotros y aunque no tiene intención alguna de hacerse cargo, una serie de equívocos lo terminan uniendo al pequeño. Años más tarde los vemos conviviendo, compartiendo la miseria y aprovechando la picardía de ambos para sobrevivir en un mundo difícil. Chaplin anunciaba a la película diciendo que despertaría risas y, tal vez, alguna lágrima. Risas no faltan, está claro, pero alguna lágrima se traduce en un río de llanto en los momentos más emocionantes y terribles de la película.

El largometraje tiene todo el ingenio de la comedia física del cine mudo. Los cortometrajes slapstick de Chaplin y su generación funcionan perfectamente en el marco de esta historia. El dominio del cuerpo y del rostro del actor están intactos un siglo más tarde. Un timing al que tal vez nos acostumbramos durante año pero visto hoy, vuelve a asombrar. Chaplin se ríe de la angustia, del dolor, de la pobreza extrema, de la maldad humana, de la cobardía y el egoísmo. Hacer humor con un bebé abandonado en una esquina requiere talento y coraje. Es más fácil el gag del niño rompiendo vidrios en complicidad con el vagabundo que va detrás ofreciéndose como vidriero. Todos funcionan y se complementan.

Pero también está el drama. La mujer que abandona a su hijo no es algo gracioso de ver, aunque sepamos allí que es el motor que pondrá en funcionamiento toda la trama. Cuando el niño y el vagabundo son separados podemos sentir a Chaplin jugando con nuestras emociones más básicas. En mundo despiadado y cruel, no hay injusticia mayor que separar a quienes se aman profundamente. El análisis sociopolítico y la corrección política no aparecen, es la mirada de un cineasta, su universo de ideas.

Chaplin despliega momentos hilarantes, un show asombroso con chistes vigentes y efectivos. Pero también, en medio de ese barrio pobre, sueña un paraíso perdido. Una vida feliz arruinada por la maldad. El diablo mismo mete la cola y los ángeles caen en la tentación. Una escena onírica ambiciosa y graciosa a la vez. El vagabundo no es perfecto, pero es humano. Tiene un corazón que, aunque aprendió a sobrevivir en un territorio hostil, se abre frente a la necesidad de protección del niño. Al final siempre hará lo correcto.

El perfeccionismo de Chaplin hizo que este film de una hora llevara cinco meses y medio de rodaje. Por cada minuto de película que quedó en el corte final, Chaplin filmó cincuenta y tres. A esto hay que sumarle todo el trabajo con el niño, Jackie Coogan, para que en la pantalla se los vieran unidos, varios fines de semana iban a pasear o a un parque de atracciones juntos, para generar el vínculo entre ambos. También tuvo que contratar al padre del pequeño actor para que lo supervise durante la duración de la producción. Cuando Jackie Coogan cumplió dieciocho años, los padres ya se habían gastado todas las ganancias, esto terminó con una ley para proteger a los niños actores. Años más tarde, en algún momento de penuria económica, Coogan le pidió ayuda a Chaplin y este se la dio. La carrera de Coogan tuvo otro gran momento cuando ya de adulto interpretó al tío Lucas en la popular e inmortal serie Los locos Addams, algo que muchos no saben debido a la diferencia física entre el niño y el adulto Coogan.

Para Chaplin, The Kid tenía una emoción extra. El barrio pobre que describe el film se parece al barrio de Londres donde él y su hermano se criaron. Con un padre ausente y una madre con problemas mentales, ambos tuvieron que pasar algunos momentos de su vida en instituciones para huérfanos. Justo antes de iniciar el proceso de creación de esta película, la esposa de Chaplin dio a luz un bebé que murió a los pocos días de nacer. Todo eso pesaba en el director cuando hizo esta película. Todo eso lo convirtió en esta comedia inolvidable. Repetimos el cartel del comienzo, tal vez una declaración de principios: “Una película con una sonrisa y tal vez una lágrima”. Cien años para un clásico inolvidable.