Ángel (Mario Casas) trabaja como técnico en emergencias sanitarias a bordo de una ambulancia. Tras sufrir un grave accidente en su trabajo, su vida junto a Vane (Déborah François) empieza a desmoronarse. Obsesionado con la idea de que ella le es infiel, Ángel, que está en silla de ruedas, empieza a construir teorías paranoicas y buscar la manera de descubrir la verdad.
Gracias a la pandemia y a Netflix, los espectadores argentinos tenemos acceso a un gran número de películas españolas, mayor a lo habitual. Esto no es necesariamente una gran noticia, porque El practicante es otro de los mediocres films de suspenso provenientes de España. Con una idea simple, el director construye un guión simple, bastante ridículo y con un final perezoso y obvio.
La opción de hacer una película inverosímil pero igualmente angustiante, no es imposible. Robert Aldrich, Roman Polanski y Brian De Palma, por citar directores conocidos, han realizado pesadillas cuya única lógica es, justamente, la de un sueño horrible. Muchos pequeños films de directores desconocidos también han conseguido sorprendentes resultados. Pero El practicante está narrada de manera torpe, con elipsis abruptas y personajes muy mal delineados. Para peor, los protagonistas, tanto él como ella, actúan notablemente mal, lo que vuelve imposible conectar con la historia.