Richard (Johnny Depp) es un profesor universitario al que diagnostican un cáncer terminal y esto produce una revolución en su vida. Como es habitual en esta clase de argumentos, el personaje deja atrás sus temores y se adentra en una existencia más libre y desprejuiciada. El profesor (Richard Says Goodbye, 2018) es inesperadamente sobria y nunca pone el pie en el acelerador para lanzarse al sentimentalismo, la comedia excesiva o el golpe bajo. Tal vez su mayor mérito es la búsqueda de un tono justo.
Sorprende un Johnny Depp que logra también hacer una interpretación delicada en la que evita sus gestos más habituales y sus detalles histriónicos. Dentro de todo, acá está bastante bien y encuentra la melancolía y la sabiduría del personaje a lo largo del largometraje. En una carrera que viene siendo cada día más problemática, esta película es una rareza en ese aspecto.
Algunos genuinos momentos de emoción, otros de verdadero humor y algunos apuntes inteligentes sobre el mundo contemporáneo le dan gran valor a la película que tampoco parece pretender mucho a pesar de su tema. Un detalle poco feliz es el plano final de la película. A juzgar por lo artificial y feo, da la sensación de que ese plano general es un parche por algún problema de guión o de rodaje. Qué ese plano no borre todo lo que la película había logrado construir.