HOUDINI APASIONADO
En esta moda de films ubicados durante la edad de oro de la magia, de la que ya hemos visto El gran truco y El ilusionista, no era de extrañar que apareciera El último gran mago (Death Defying Acts, 2007, una película que toma como protagonista -o co-protagonista- nada menos que al más grande de todos los magos que hayan existido: Harry Houdini. El film narra la vida de una falsa médium (Catherine Zeta-Jones) que junto a su hija (Saoirse Ronan) realizan un espectáculo adivinación en un teatro de Edimburgo. Houdini llega a la capital de Escocia como parte de la que sería la última gira del gran mago en 1926, ofreciendo también 10.000 dólares a cualquier persona que pueda realizar una sesión de espiritismo que permita contactar a su madre fallecida. La vida de Houdini, apasionante como sus propios actos, merecería una biografía exhaustiva y extensa, que incluyera sus comienzos pobres, su dedicación al trabajo desde la infancia, su pasión por el cine, su amistad con Arthur Conan Doyle o también su lucha contra los falsos espiritistas, lo que en un momento provocó la pelea con el autor de Sherlock Holmes, un espiritista acérrimo. Conan Doyle, como Houdini, se habían interesado en ese tema por el mismo motivo que lo haría cualquiera: la pérdida de un ser querido. Pero si la pérdida del hijo fue para Conan Doyle un dolor tan grande que hizo que no pudiera razonar con claridad frente a los fraudes, la muerte de la madre de Houdini lo convirtió a éste tanto en un cruzado contra los engaños como en un hombre necesitado de que alguien pudiera contactarse con el más allá. La película es bastante fiel y correcta con respecto a los distintos detalles de la vida del mago, pero ese no es el centro del film. El centro es la vida de la madre y la hija, y lo que resulta del encuentro con Harry Houdini. No deja de ser interesante la idea de que alguien que sólo cree en lo que puede probar, se niegue a sentir amor o experimente algo perturbador al comenzar a sentirlo. Pero de alguna manera es demasiado personaje Houdini como para ponerlo dentro de esta historia, que bien podría no tenerlo a él como protagonista. De hecho, la realizadora Gilliam Armstrong ya ha dado probadas cuentas de poseer un gran manejo de los vínculos de pareja y familiares en sus anteriores films. La directora tiene, además, el mérito de apostar a una discreción visual, sin efectos que distraigan la atención del costado humano de la historia. Sin la espectacularidad de El gran truco ni el romanticismo melancólico de El ilusionista, El último gran mago no tiene de todas formas que recurrir a vueltas de tuerca ni “trucos” de guión, su apuesta es a la sobriedad en todos los rubros. Sin embargo, Houdini podría tener una película toda para él y no ser utilizado como un personaje en una historia inventada, cuando la realidad misma ya es un guión perfecto. Recordemos que en 1953 se realizó la biografía más famosa del mago, protagonizada por Tony Curtis y Janet Leigh, el resultado fue tan extraordinario e impactante como la vida de Houdini. Tal vez aun quede espacio para una producción que le dedique el film que se merece. Mientras tanto, El último gran mago es un aperitivo que entretiene y deja un buen sabor en el espectador.