EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL COLESTEROL
En el arte de la actuación existen características que los actores no pueden elegir; las poseen o no, al margen de lo que luego hagan con ellas. El carisma es una de esas características, y cuando los artistas lo tienen, el espectador no puede dejar de reconocerlo. China Zorrilla ha logrado ganarse un público de varias generaciones y su presencia – cuando es bien aprovechada – agrega un plus a la película que quizás sin ella, no alcanzaría. En Elsa & Fred China logra, probablemente, uno de los personajes más adorables de toda su carrera. El público no puede más que rendirse frente a su impronta y a su complejo juego con los límites entre el personaje y su propia imagen. Ella se carga la película sobre sus hombros y encuentra, a su vez, en Manuel Alexandre (Fred) al actor ideal para complementarse con ella. Una combinación de la Katharine Hepburn alocada de La adorable revoltosa (1938) con tintes de la misma actriz en La laguna dorada (1981) es el tono que logra imponerle a su personaje. Se enamora de Fred y hará lo que esté a su alcance para ser correspondida. En el camino de esa búsqueda, lo saca de su gris viudez y de su temor reverencial a la muerte. La tristeza de Fred se sospecha anterior a su soledad y Elsa se encargará de ponerle en desorden todo su mundo previo. Elsa & Fred no es únicamente una película risueña, sino también un film que permite el espacio necesario para que el espectador pueda desentrañar los matices finos de un personaje absolutamente querible. Elsa es una mujer de ochenta y dos años con arrebatos adolescentes, los que combina con la secreta lucidez de los años, tintes de humor negro y la pasión de una mujer que aún en los albores goza sintiéndose enamorada. Porque Elsa & Fred es una comedia romántica, otoñal, pero romántica al fin, con un guión que se nota trabajado en su justa medida para obtener el timing preciso entre el humor y la emoción. Tal vez sea el director quien no logra la misma cuerda y en más de una ocasión se le escapen grandes escenas. Sin embargo, los actores y el libreto se imponen por encima de estas falencias de puesta en escena tan notables como, finalmente, poco relevantes en el balance total. Y aunque uno imagina que podría haber sido mejor, lo cierto es que Elsa & Fred es muy efectiva. Un film cuyo éxito no es un accidente, sino más bien el sincero agradecimiento de un público frente a una película que le cuenta una historia que lo emociona sin subestimarlo, a la vez que lo hace reir con humor inteligente. Por estas cuestiones tan fáciles de entender, pero tan complejas de lograr, es que Elsa & Fred tiende a producir en su conjunto un estado de alegría que se resume en la canción elegida para el final: “Hoy puede ser un gran día”, interpretada por Joan Manuel Serrat. Del prolífico y maravilloso repertorio que el cantautor catalán posee en su haber, este tema difícilmente pueda ser considerado como uno de los mejores, sin embargo, transmite la alegría convincente de quien cree que la vida bien vale ser vivida. No todos los films pueden ser el equivalente cinematográfico de la complejidad de los versos de “Mediterráneo” o “Pueblo blanco”, los hay más sencillos, simples y hasta un poco inocentes, pero no por ello menospreciables. Incluso en su pequeño cometido y en su creíble festejo de la búsqueda de la felicidad, Elsa & Fred podrá acusarse de ser un poco demagógica, y si así lo fuera entonces, hay que decir que logró con creces aquello que pretendía.