En el barrio es un insufrible musical de dos horas y veintidós minutos que combina todos los lugares comunes de la cultura latina con un nivel de exceso y subrayado que se ve como una de las películas más racistas de la historia del cine. Pero no, no es racista, es una reivindicación de la cultura latina en Nueva York, un saludo, un festejo, una fiesta.
Claro, es una adaptación del musical de Broadway y uno se pregunta, con razón, porque no lo dejaron ahí. La respuesta es obvia, por dinero. Y porque cualquier reivindicación de lo que no sea cultura blanca anglosajona hoy está muy bien visto. Lo que no está bien visto es hacer buenas películas, eso queda claro. El director de la película, Jon M. Chu, es responsable de otro bodrio grotesco llamado Locamente enamorados (Crazy Rich Asians, 2018) y parece que lo han declarado vocero oficial de estereotipos raciales.
La película sigue a un grupo de vecinos del barrio Washington Heights en Nueva York. Todos cantan como si fuera un comercial televisivo de un canal de habla hispana festejando la cultura latina en Estados Unidos para fin de año. Igual la película es en inglés. El primer número musical es horrible, como lo es la letra de la canción, pero las que siguen son peores. Cada canción gira en torno a lo mismo: reivindicación del esfuerzo latino en Estados Unidos. Una idea que se entiende en un minuto, pero se va a repetir doscientas veintiún veces más.
Insoportable por donde se la mire. Sin una buena puesta en escena para filmar los números, con una clara intención de ser diversa en el sentido más demagógico de la palabra, incluso tiene una canción contra el machismo latino, para que no haya riesgo de no encajar en la cultura dominante. Los blancos, claro, son malos, eso también queda claro. El resto de las tonalidades están aprobadas. La bajada de línea solemne aumenta en la segunda parte de la película. Al revés de los musicales clásicos, que ponían más canciones a medida que avanzaba la trama, acá ponen más frases serias con cara de compromiso social. Todo es un discurso, todo, con actuaciones exageradas de personajes de por sí sobreactuados. Carente de esfuerzo alguno para no parecer un musical de Broadway convertido en negocio cinematográfico. En algún sentido es triste ver el éxito de artefactos de esta clase.