Enola Holmes busca ser divertida, original y feminista. Lo hace con desesperación y cuánto más se nota el esfuerzo, más complicada se vuelve la tarea. No se necesitaba tanto para construir un relato con una heroína juvenil proveniente de la familia Holmes, pero el clasicismo no alcanza y se necesita completar la agenda de los tiempos que corren y en eso Netflix es vanguardia en la demagogia y el discurso de moda sin convicción. Tampoco es que merezca un profundo análisis ideológico, sería demasiado decir.
Enola Holmes (Millie Bobby Brown) es una adolecente de dieciséis años. Su madre Eudoria (Helena Bonham Carter) le enseñó todo lo que necesita saber y se encargó personalmente de su educación. Sus hermanos mayores, Sherlock y Mycroft Holmes no la ven desde que era un bebé. El día de su cumpleaños, Enola despierta y descubre que su madre ha desaparecido. Sus hermanos regresan a casa, pero ellos, lejos de sumarla a la aventura, quieren enviarla a una escuela de señoritas. Mycroft (Sam Caflin) es quien está a cargo de la decisión, mientras que Sherlock (Henry Cavill) tiene una mirada más comprensiva.
Enola decidirá evadir ese mandato social y buscará abrirse camino, cruzándose en su huida con el joven Lord Tewksbury (Louis Partridge) y adentrándose, sin buscarlo, en lo que podría ser su primer caso. Una verdadera Holmes tiene alma de detective. Lo que sigue es un clásico pastiche, de los cuales hay muchos, en torno a la figura del legendario personaje creado por Arthur Conan Doyle en 1887. La acción de la película transcurre en el año 1910, lo que le permite a la historia colocar a la madre de Enola entre las sufragistas, en particular en torno a los grupos más extremos que en esos años terminarían usando la violencia para conseguir sus objetivos.
Enola Holmes está basada en la serie de libros de Las aventuras de Enola Holmes escrita por Nancy Springer. En total son seis libros y este film toma el primero, si tiene éxito tal vez haya cinco películas más. Pero aunque hay algunos momentos de simpatía, cuesta un poco mantener el interés por un producto que se ve un artificial, calculado y, finalmente, mal ejecutado. Apenas algunos momentos de genuina aventura consiguen entretener sin bajada de línea. El resto del tiempo la protagonista nos habla de la libertad, sus deseos y sus objetivos. Aparentemente con la historia no alcanza. Un poco ingrato es el guión con Mycroft, a quien coloca casi como un villano. Sherlock Holmes, por otra parte, está retratado de forma mucho más simpática, aunque lejos del personaje original.
Un producto juvenil que desperdicia todas sus posibilidades y, tal vez, posterga para un segundo film el despliegue de un personaje que podría ser simpático. Con mayor fluidez podría mejorar mucho, pero las películas hoy confían más en cumplir con los mandatos ideológicos que en contar buenas historias.