Rara combinación entre comedia de enredos de familia y película de terror. Rohan (Nik Dodani) y Josh (Brandon Flynn) son dos jóvenes enamorados que planean una perfecta escapada de fin de semana al campo para presentar a sus padres. Las obvias tensiones empiezan a surgir entre los más tradicionales Sharon (Edie Falco) y Frank (Brian Cox) y los más relajados Liddy (Lisa Kudrow) y Cliff (Dean Norris). Pero estas obviedades agotadoras tienen un ingrediente extra: la casa que alquilaron, gestionada por la rara Brenda (Parker Posey), está embrujada por la presencia de una entidad de cuatrocientos años. Cuando uno de los padres queda completamente poseído, depende de la joven pareja y de su mejor amiga Sara (Vivian Bang) unir a las familias y detener al malvado ente de una vez por todas.
La combinación tiene sus momentos y el elenco es ridículamente lujoso para una historia tan pequeña. Pero tener buenos actores para hacer una comedia de terror produce una incomodidad extra. Uno quisiera, cuando un actor logra llegar a un buen momento de su carrera, que no tenga que retroceder a hacer el ridículo como todos lo hacen acá en más de un momento. No hay una sola escena graciosa ni tampoco una que cause miedo. Apenas asoma un poco descontrol pero son instantes demasiado breves. Pudo haber sido peor, es el único consuelo.