EL SABER DEL CINE
La aparición de El concepto del cine -libro publicado hace casi tres años- se presentó como la inmejorable posibilidad de acceder de manera directa a la teoría de Ángel Faretta, escritor, crítico y teórico -pensador- que venía desarrollando sus ideas desde hace muchos años y que circulaban casi exclusivamente entre sus amigos y discípulos. Personal y profunda, esta teoría, que responde como ninguna otra aquella vieja pregunta de André Bazin, vuelve a ser puesta en circulación a través de Espíritu de simetría, volumen que reúne todos los artículos que el autor publicó en la revista Fierro entre los años 84 y 91, y que al igual que su anterior libro es publicado por la editorial Djaen.
Luego de un prólogo en el que Faretta ajusta las cuentas con algunas de sus viejas apreciaciones, fundamentalmente en cuanto a la valoración de ciertos directores como Bertolucci, Eastwood y Scorsese, y en el que con precisión y agudeza describe el contexto social y político en el cual nacieron sus escritos, el lector podrá contemplar el desarrollo de su sistema de pensamiento, que -muy a grandes rasgos, y simplificando bastante- toma forma a través de dos categorías de artículos: 1) aquellos que se abocan a films o autores particulares y 2) aquellos que presentan un corte netamente teórico. Los primeros permiten apreciar la extraordinaria capacidad de Faretta para leer un film y así develar los temas y las constantes de sus autores (cautivan los reiterados análisis que hace de las obras de Francis Ford Coppola y James Cameron, así como también la lectura teológica de un film bastante ignorado como Un tropiezo llamado amor, de Lawrence Kasdan). Mientras que los pertenecientes al segundo grupo ponen de manifiesto la voluntad ecuménica de su teoría, cuyos postulados llevan a una lectura total del cine completamente distinta a cualquier otra existente. Así como el cine juzga y actualiza las artes anteriores para que lo estético deje de ser un valor museístico, según explica Faretta, su teoría retoma otros sistemas de pensamiento -filosóficos, religiosos, antropológicos, etc.- para reelaborarlos a partir de una visión del cine que conduce a una teoría estética general así como también a una teoría crítica de la modernidad.
Existe un tercer grupo de artículos: aquellos que se ocupan de temas literarios y cuya base teórica los hace funcionar en perfecta simetría con los consagrados al cine.
Exponer y explicar los diferentes puntos y conceptos acuñados en la teoría farettiana no es tarea sencilla. Tal empresa requeriría un espacio mayor y, sobre todo, una profunda reflexión. Por otro lado, lo más aconsejable es llegar a ellos de manera directa para que cada uno pueda hacerlos discurrir desde su propio lugar. Por el momento – y a modo de invitación a un texto por demás estimulante- alcanza con decir que aproximarse a Espíritu de simetría es entender el ajuste de cuentas del cine con el Romanticismo (del que es una “consecuencia oblicua”), su relación con el Mito a través del Rito (que es la puesta en escena), y la recuperación del arte como puente hacia valores religiosos y trascendentes perdidos en gran medida con la llegada de la burguesía, el liberalismo y el positivismo; es comprender su oposición espiritual y política a las imposiciones de la modernidad; es aprender sus particularidades formales (“Fuera de campo”, “Principio de simetría” y “Eje vertical”) y su esencia simbólica y fantástica. También es aceptar y entender su complejidad.
Podrá el lector de Espíritu de simetría contemplar una mirada diferente a las habituales sobre la historia del cine, desde su nacimiento (Griffith), pasando por su período de sistematización (la época de los estudios) hasta llegar al momento de la “autoconciencia” (primero con Welles, y luego -y de manera definitiva- con Coppola, Cameron, Carpenter y Friedkin entre otros); podrá acercarse a todo el saber del cine a través de un conjunto de ideas que se proponen preguntar y responder por la cosa en sí sin medias tintas. Y, finalmente, emprenderá un viaje fascinante, que implicará cierto esfuerzo pero que una vez recorrido brindará una gran recompensa: la de ver más y mejor. Y ese ver más y mejor no se circunscribe sólo al cine, porque así como éste fue concebido como un puente y no como un fin en sí mismo, la teoría farettiana actúa de igual manera; en ambos casos, lo más importante está en el otro lado de las cosas, en un más allá, al cual se puede acceder través de la comprensión de los postulados, intenciones y logros de cada uno. Y es en este punto donde la elección de las bellas palabras de San Agustín que encabezan esta nota cobra sentido.
ESPIRITU DE SIMETRIA – Escritos de Faretta en Fierro 1984-1991
Ángel Faretta
Editorial Djaen
BS. AS, 2008