Todo el juego de un buen film de terror consiste en lo que rodea al momento mismo del terror. Los espectadores son sensibilizados para llegar vulnerables a lo irracional, lo insólito, lo inverosímil. Cuando la película consigue eso, tiene la mitad de la batalla negada, aunque no toda la victoria. Espíritus oscuros logra que la historia entre. En una pequeña ciudad de Oregón llamada Antlers, una profesora llamada Julia Meadows (Keri Russel) y su hermano Paul (Jesse Plemons), el sheriff de la localidad, se empiezan a interesar por un estudiante misterioso y raro. Algo de su propio pasado los conecta con él e intentan ayudarlo. Pero mientras que ellos creen que se trata de un caso de violencia doméstica o abuso, la realidad es que hay algo mucho más oscuro y peligroso detrás de esa historia. Algo sobrenatural que pondrá en riesgo a todos.
El espectador podrá imaginar que no hay algo peor que un niño maltratado y ese es el truco del film. Aludir a la vulnerabilidad del menor, pero también de los dos protagonistas, en lo que sin duda es un coqueteo del film con temas muy complejos y angustiantes. Si después no todo llega a funcionar como debería, es otro tema. La calidad actoral es aprovechada para darle aun más fuerza a la historia que finalmente choca con sus propios límites. El director, Scott Cooper, tiene una filmografía fuera del género y varios trabajos muy destacables, lo que ha hecho que Espíritus oscuros sea observada con ojos más atentos que el promedio del género. Y sí, está un poco por encima de la media, pero muy lejos de los grandes títulos del terror.