Peliculas

Estado eléctrico

De: Anthony Russo, Joe Russo

Netflix lo hizo de nuevo. Un gran elenco, una gran producción, una historia interesante y finalmente un resultado desastroso. Una historia de ciencia ficción y aventuras en un mundo distópico con un homenaje a la cultura de la década del noventa, con algo de humor y un plagio generalizado y aleatorio a cuánto éxito cinematográfico y televisivo se le ocurra. Protagonizado por la estrella favorita de Netflix, Millie Bobby Brown, cuyo talento comienza a marchitarse película mala tras película mala.

Millie interpreta a la adolescente del título, quien ha perdido a su familia en un mundo posterior a una guerra entre robots y humanos. No los robots feroces de Terminator, sino los cotidianos, más simpáticos, con los que la humanidad compartía sus días. Una corporación liderada por un millonario malvado ha logrado que la guerra fuera ganada por los humanos y los robots quedaran marginados y prohibidos. Pero a la vez el millonario ha creado una nueva tecnología que ha convertido a las personas en entidades dependientes de aparatos tecnológicos. No interactúan con robots pero tampoco lo hacen con otros humanos. Metáfora bastante obvia de la dependencia a la tecnología que vive el mundo actual.

Dirigida por los hermanos Russo, Estado eléctrico (The Electric State, 2025) es una película sin identidad alguna, capaz de pasar de ser Wall-E a Guardianes de la Galaxia, a E.T., a Mad Max, a La guerra de las galaxias a Sector 9 y así hasta que todos los fragmentos de la película sea asociados a títulos anteriores. Los Russo no creen en el cine y lo han dicho, pero eso no les impide hacer películas industrialmente buenas o al menos no arruinar el trabajo de otros. En este caso tomaron un proyecto ya avanzado y lo terminaron de esta forma anodina.

Steven Spielberg podría haberse cruzado con este material de base y haber logrado que esta road movie con un equipo de humanos y robots se convirtiera en un gran largometraje. Pero no es menester de las producciones actuales crear historias con identidad. Trescientos millones de dólares para semejante berretada habla del negocio pero no dice nada sobre el arte de contar historias. Ya no hay que llenar salas y al parecer alcanza con llenar grillas. Estado eléctrico es mala, pero además es una evidente muestra de material desperdiciado. En el medio un elenco enorme se presta para darle algo de vida a algo que nació para ser efímero.