Jarvis Dolan (Eddie Marsan) es el periodista estrella del exitoso programa nocturno de radio londinense The Grim Reality (La cruda realidad). Debe aceptar de mala gana volver a hacer radio con un ex compañero de programa, Andrew Wilde (Paul Anderson). Ambos tuvieron un gran éxito antes de separarse. Pero esa noche un grupo de encapuchados irrumpen en el estudio, tomando el control a punta de pistola.
Obligarán a Dolan y a Wilde a realizar el programa con un plan para sacar a la luz una verdad oculta. La radio, ubicada en un edificio, casi no tiene personal en ese horario y con un plan calculado, los delincuentes podrán tomar llevar las riendas del polémico programa del también polémico periodista. Habrá que aceptar varias licencias poéticas para avanzar con la trama.
Cuando la película cae en una vorágine de violencia y sadismo se vuelve difícil tolerar los delirios de la trama y se hace cuesta arriba sentir interés por los personajes, más allá de varias escenas con genuino suspenso. La tensión se sostiene dentro de todo y el final dejará un espacio extra para la reflexión.