El cine de la India es imposible de abarcar. Cuando hace unos días apareció en Netflix Game Over (2019) en tres versiones al mismo tiempo, fue una pequeña muestra de que significa el cine de la India. Versiones en Tulugu (cine de Tollywood), Tamil (Kollywood) y también en Hindi (cine de Bollywood) aparecieron de forma separada, para que no se considerara que la película estaba doblada, algo que le resta público en la India. Netflix ha sido, hay que reconocerlo, una enorme ventana para el cine indio en los países que, como Argentina, prácticamente nunca tenía estrenos de ese país.
Game Over es, además de toda esta introducción, un genuino Giallo, heredero de la más pura tradición de este género surgido en Italia. La escena inicial es tan brutal como una película de Dario Argento o Mario Bava. Sorprende la violencia desaforada de ese inicio, pero es una declaración de principios cinematográficos. La protagonista (la gran Taapsee Pannu), una diseñadora de videojuegos, vive prácticamente encerrada en su casa por sufrir de estrés postraumático luego de haber sido víctima de un ataque. No puede quedarse en un cuarto con la luz apagada y el insomnio la está llevando al límite.
Del Giallo la película tiene un villano vestido al uso del género, una secuencia de títulos con los mismos colores de aquellos films italianos, la infaltable presencia de vidrios y espejos para ser parte de las escenas clave y un decidido desprecio por la verosimilitud y cualquier forma de realismo. Por supuesto no faltan ni la sangre, ni las vueltas de tuerca. Un aire de Alfred Hitchcock, con melodrama, silla de ruedas y una banda de sonido intensa, también se hace sentir en esta rareza de la India que divierte en su absurda historia sin temor al ridículo.