El director Michel Hazanavicius ama el cine, no hay duda de eso intenta decirnos. Quienes detesten sus películas dirán que si ama el cine es incapaz de demostrarlo, pero no seamos tan malos con él. Ser un cineasta irrelevante no evita que él busque hablar de cine en varios de sus films y lo haga tratando de entender cómo funciona el cine.
Qué El artista (2011) haya ganado el Oscar a mejor película y mejor director es un disparate antológico. El responsable de que ello haya ocurrido hoy está preso, pero no por este crimen, sino por otros más graves. Del mundo del cine silente, Hazanavicius pasó a nada menos que Jean-Luc Godard en 1967. El cineasta francés de la nouvelle vague se enamora de la joven protagonista de su último film, La Chinoise. Anne Wiazemsky y Jean-Luc Godard comparten el amor, el sexo, el cine y la convulsionada vida política y cultural de la Francia de aquel momento.
La película hace todo lo previsible y fácil que cualquier biopic debería evitar. Realiza una puesta en escena emulando a Godard y realiza todos los guiños posibles, incluyendo el romper la cuarta pared para que la narración de la película no sea completamente clásica. Es un simpático ejercicio de puesta en escena y estéticamente es ve muy bien por momentos. Pero no deja de ser un film biográfico obvio y de manual, aun con todos sus momentos simpáticos y entretenidos.
Intenta ser al mismo tiempo una comedia y un drama, aun cuando el personaje de Jean-Luc Godard se vaya volviendo cada vez menos simpático y más agresivo. Cuando La Chinoise es mal recibida por todos, maoístas, chinos, franceses, público y demás, el director empieza a volverse hostil y la película muestra ese enojo al mismo tiempo que muestra como el hoy intocable realizador era bastante discutido y puesto en duda en aquellos años. La película es tan superficial como El artista, pero al menos sirve para enojar a los fanáticos devotos del director de Sin aliento.