Habitación 212 tiene como protagonista excluyente a Chiara Mastroianni, famosa actriz que carga siempre con la gigantesca herencia de ser la hija de Catherine Deneuve y Marcello Mastroianni. Ella es la historia del cine europeo a donde vaya. Y aquí no es tan insólito porque la película busca explorar el tema de las relaciones de pareja a través de la fantasía, el amor, la sexualidad y también el humor.
María le es infiel a su marido, quien descubre esto y se desata una crisis de pareja. Entonces ella decide alojarse en la habitación 212 en un hotel frente a la casa donde vivía con su pareja. La acción transcurre en esa cuadra, pero principalmente en la habitación del título. El director busca armar un cuento intencionalmente artificial, con juegos de maquetas, nieve falsa, juegos temporales y licencias poéticas para que la protagonista, María, puede reflexionar acerca de su vida sexual y amorosa, tal vez con el objetivo de entender lo que la llevó a estar su situación actual.
Es paradójico que en esa cuadra de estudio donde transcurre la película haya un multicine, ya que la película grita teatro por los cuatro costados. La teatralidad, en todo sentido, se apodera por completo de la trama y su lógica, lo que le hace perder gracia a su carismática protagonista y sus aventuras. Algunas verdades de Perogrullo con aires de psicoanálisis la podrán volver interesante para algunos espectadores, en particular a los que se toman la barbilla con solo oír la expresión cine europeo y asumen que son profundas películas tan chatas como esta.