Hace cuarenta años llegaba a los cines Halloween (Noche de brujas fue su título local) la obra maestra de John Carpenter que revolucionaría el género de terror para siempre. No era la primera película del cine slasher –películas de asesino brutal que ataca a jóvenes utilizando armas blancas, para resumirlo de forma apresurada- pero sí la que inició un esplendor de un género que hoy está más vivo que nunca. La naturaleza casi inmortal de estos personajes se debe, en gran parte, a que las secuelas estuvieron desde aquel momento a la orden del día, y es así como, sin ir más lejos, la Halloween que se estrena ahora es la número nueve con el título, la once usando la franquicia, la octava centrada (o décima) usando el nombre de Michael Myers, el asesino estrella de esta serie. Sí, hay cinco líneas temporales diferentes, pero no es necesario repasarlas ni entenderlas, no para entender esta película que simplemente ignora a todos los films excepto al primero.
Una revisión de todos esos títulos muestra varias cosas. Qué la degradación en la calidad no parece molestar demasiado hasta que un día los espectadores simplemente se cansan. Qué cualquier desviación significativa del centro de la historia, como por ejemplo fue Halloween III: Year of the Witch, es rechazada de plano, porque el villano es el villano y es a él a quien se quiere ver. Y qué siempre un regreso bien armado al origen puede ayudar a reavivar un franquicia querida pero devaluada, como ocurre aquí, donde el plan es, sin duda, retomar el camino inicial para poder recuperar a todos los espectadores que admiraron el film de John Carpenter protagonizado por Jamie Lee Curtis y Donald Pleasence.
La película Halloween ignora en la trama a todas las secuelas, aunque en cada escena demuestra, con sutiles detalles, que conoce su existencia. Simplemente no sumaba y con buen criterio decidieron colocar nuestra concentración en la noche de Halloween que le dio inicio a toda la historia. Para lograr el interés la película solo necesita sus tres elementos básicos: La noche de brujas, el asesino Michael Myers y la protagonista de la película, Jamie Lee Curtis. Todo eso está en la nueva película, sin vueltas raras, sin esfuerzos desaforados para volver a encajar las piezas. Simplemente pasó el tiempo, mucho tiempo, pero las fuerzas que se enfrentan están intactas. Con algo tan sencillo como eso es que la película consigue su objetivo holgadamente.
Ahora Laurie Strude (Jame Lee Curtis) es abuela. Sigue siendo inteligente como cuando estaba en su juventud, pero luego de aquellos eventos traumáticos su vida nunca volvió a ser la misma. Como la Sarah Connor de Terminator 2, ella sabe que no importa cuánto tiempo haya pasado, la amenaza sigue siendo real. La actriz, que comenzaba su carrera en el film de 1978, se convirtió desde entonces en una estrella poderosa de Hollywood y tuvo muchos más éxitos en su carrera. Su presencia acá es espectacular y un motivo de alegría para los fans de Halloween. Pero si la película pasa por alto las secuelas, es un poco exagerado que ella esté tan convencida de lo imbatible que puede ser Michael Myers, sin duda hay un juego ambiguo entre lo que ha pasado en la historia y lo que los espectadores saben. Por otro lado, Michael Myers vuelve a ser interpretado por Nick Castle, que figura en los títulos como The Shape, tal cual lo hacía en la película de 1978 (el rostro de Michael Myers que se veía brevemente allí era el de otro actor, igualmente).
Homenaje, secuela, imitación, regreso al más puro y duro film slasher, Halloween (2018) no es ni por asomo el clásico original, pero resuelve muy bien muchas escenas, son sobriedad y estilo. Ofrece los cambios que corresponden a los tiempos que corren sin tampoco arruinar las ideas de la serie. Tiene algo de emoción este reencuentro y también que John Carpenter aparezca en los títulos. El director creador del film original y de su inolvidable banda de sonido aseguró que esta sería la última película de Halloween, pero conociendo a Michael Myers y a juzgar por el tremendo éxito de taquilla de este nuevo film, no sería raro que en un año estemos nuevamente hablando de esto.