Promising Young Woman es la película correcta en el lugar correcto. Pero esto no es un elogio, al contrario. Es la prueba de que una película mediocre puede llegar muy lejos si sirve para tranquilizar las mentes atormentas de una industria que siente terror en la época de la cultura de la cancelación. Luego de varios años de festejar y premiar los bodrios del monstruo de Harvey Weinstein, ahora salen con todo a festejar cualquier cosa que los ubique lo más lejos posible de aquel sujeto. Es tarde porque ya hubo complicidad, es tarde porque ya priorizaron lobby a calidad, es tarde porque el pensamiento unificado que intentan imponer es falso, forzado y no le presta atención al cine.
Si Hermosa venganza (sí, así se llama en Argentina) no hubiera sido premiada, si no hubieran perseguido a sus detractores, si no se les hubiera ocurrido el delirio de ubicar a su directora entre las mejores del año, entonces hablaríamos de un drama con humor muy moralista de segunda línea, con algo de entretenimiento y un final espantoso y contradictorio. Es verdad, horribles directores y peores películas han llegado a los mismos lugares. Pero si rechazamos en su momento esos títulos, no hay motivos para aceptar este. Ese es el gran secreto: se mira con recelo al detractor. Hablar mal de esta película es para muchos un pecado, un acto de machismo intolerable. Hablar mal de mujeres directoras es considerado un ataque a la igualdad. Pues bien, es justamente lo contrario, una señal de igualdad. Que se destaque su nominación a mejor dirección habla claramente de años de desigualdad.
Promising Young Woman cuenta la historia Cassie, de una joven que dejó sus estudios universitarios y vive con sus padres. Años atrás una compañera de estudios fue violada y el violador quedó impune, con la complicidad de la casa de estudios y varias personas que sabían del crimen. Ahora Cassie va por las noches a bares donde finge estar borracha y cuando los hombres la llevan a sus casas e intentan tener sexo con ella en ese estado, ella muestra que está sobria y les reclama por lo que están a punto de hacer. De día, Cassie trabaja en una cafetería, lo que según ella y la película es uno de los trabajos más bajos y horribles en este planeta. El detalle que delata el pensamiento detrás de la película.
Pero a su vez tiene una lista, un plan, y una búsqueda: vengar aquel crimen en la universidad. Ese es el centro de la historia. La promesa de una película jugada se diluye poco a poco, cuando vemos que Cassie emprende una venganza tan prolija como inverosímil. Un minucioso trabajo de oportunismo ideológico caracteriza al guión de la película. Por momentos amenaza con volverse divertida, pero la idea de diversión está muerta en el cine de hoy. No hay que entretener, hay que aleccionar. En ese sentido, las vueltas de tuerca muestran el catálogo de lugares comunes para los tiempos que corren y el cierre es paradójico. La lucha de Cassie implica un sacrificio innecesario que muestra una crueldad excesiva por parte de la realizadora. Cruel, moralista, oportunista y mediocre, la película que mejor refleja el pésimo estado del cine actual.