Serie documental estrenada en Netflix que consiste en cuatro episodios de cuarenta y cinco minutos de duración a partir del libro La sabiduría del tiempo del Papa Francisco. El libro fue editado por Loyola Press bajo la dirección editorial del sacerdote jesuita Antonio Spadaro. Los cuatro episodios tienen los siguientes nombres: El amor, Los sueños, La lucha y El trabajo. Y la constante en toda la miniserie es el hecho de que los personajes entrevistados tienen todos más de setenta y años y los que hicieron las filmaciones tienen menos de treinta. La idea que el propio Papa Francisco tiene es que los jóvenes deben valorar y disfrutar la sabiduría de esas personas mayores.
No es el primer documental que tiene al Papa Francisco como protagonista. El crecimiento del género en la era del streaming ha permitido darles difusión a mayores proyectos sobre él, su vida y sus ideas. Todos estos documentales, como también las ficciones que lo tienen en el centro, tienden a ser completamente obsecuentes y oficialistas, sin el menor atisbo de contradicción o complejidad. Si hay excepciones, aun no las he visto, es gigantesca la producción alrededor de su figura, sin duda es el Papa más vinculado con el cine y la televisión. La peor de las ficciones ha sido, hasta ahora, es Francisco, el padre Jorge (2015) con Darío Grandinetti es una de las actuaciones más patéticas que se hayan visto en el cine. Difícil de superar, de verdad. En lo que a documentales se refiere, es El Papa Francisco: Un hombre de palabra (2018) el más sorprendente en el sentido negativo. Seguro hay peores, pero ver a su director, Wim Wenders, poner toda su trayectoria al servicio de un institucional producido por El Vaticano es bastante raro.
Aquí hay una combinación de historias de personas de todo el planeta combinadas con las ideas del Papa Francisco acerca de los cuatro temas mencionados. Francisco cuenta anécdotas de su vida que transforma en enseñanzas. Está todo demasiado bajo control. Es, una vez más, un documental institucional, lo que lo limita. El valor está en las historias de los otros entrevistados, elegidos por ser ejemplos de personas de 70 años o más que han tenido vidas muy diferentes y aparecen hablando de su experiencia por diferentes motivos. Algunos son famosos, como Martin Scorsese y Jane Goodall, otros son perfectos desconocidos. Lo que sí está claro, es que son de todo el mundo, todos los continentes están representados y en esa diversidad el documental encuentra su mayor encanto. Pero no hay nada que lo haga superior o más especial que otros documentales que cuentan este tipo de historias.
El problema mayor se lo llevarán los que conozcan un poco mejor a esos personajes. O quienes miren de manera crítica el material. En Argentina, país donde nació Francisco, se lo conoce mejor que en el resto del mundo. Ha sido parte de la charla política de la nación, generando polémicas y discusiones, desde el instante mismo en el cual asumió. Rechazado por una parte del espectro ideológico que pocos días después se convirtió en su más leal aliado. La no muy ambigua relación con algunos de los políticos más corruptos de la Argentina deshace su credibilidad. Violadores de derechos humanos a los que el Papa Francisco les ha enviado rosarios causó y causa dolor entre los católicos. Pero también produce rechazo en aquellos que más allá de la religión lo ven como un personaje político definido. Si gran parte de la sociedad política ve su cholulismo con el Papa como una manera de limpiar su imagen, no parece que al Santo Padre le preocupe. Nada de esto figura en ninguno de los documentales sobre su figura.
Y los más problemático es la presencia de Estela de Carlotto, una figura que en el documental es mostrada como una mujer que ha sufrido y que han emprendido una lucha titánica por recuperar los bebés expropiados durante la última dictadura militar en Argentina. Sus objetivos han sido nobles y la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo es histórica, logrando muchas cosas que merecen reconocimiento. Pero cuando en el 2021 uno ve a Carlotto no puede hacer caso omiso de su presente. Esta mujer ha bajado absolutamente todas las banderas que dice defender, siendo ferviente defensora del gobierno democrático más corrupto de la historia argentina y mirando para un costado cuando, por ejemplo la pandemia, los derechos humanos de muchos fueron violados. Para peor, en el documental ella habla de amor, y su discurso en la vida real hoy es de agresión y violencia, como el gobierno del cual ella se ha transformado en leal y ciega seguidora. Dicho todo eso: ¿Si al documental no le importan estas cosas como sabemos si el resto de los entrevistados están en la misma situación? Se abre la puerta de la duda y estamos habilitados a desconfiar de la honestidad intelectual del todo.
Sí, a todos nos gusta Martin Scorsese y justo hoy en día, donde las nuevas generaciones se pelean con él por sus opiniones, más que nunca vale la pena escuchar lo que tiene para decir. No veo que este documental, sin embargo, sea mejor que uno hecho sobre él. Finalmente, digamos lo obvio: no todos los viejos son sabios, ni nobles, ni maravillosos, pero sí es verdad que tienen mucho para dar, ofrecer y enseñar en muchos casos. El documental se ajusta por completo a la agenda papal, sin excepción alguna, pero se basa en una idea interesante que en parte se puede aprovechar. Cuando dejen de producirse estos films y documentales de propaganda y se busque hacer algo en serio, entonces puede que aparezca un material con genuino valor.