Desde que se estrenó El hombre que mató a Liberty Valance (Un tiro en la noche/The Man Who Shot Liberty Valance, 1962) de John Ford, los admiradores del western hablan del final del género. Lo que ocurrió, en realidad en aquel momento, fue que el máximo maestro de los films del oeste había realizado su despedida cinematográfica y por ser él, se podía hablar de un final. Pero incluso el propio Ford hizo otro western y la década del sesenta, con todos sus cambios, trajo grandes éxitos y nuevos clásicos. Para que un género siga vivo se necesita que los que lo hacen y los que lo reciben, acepten jugar el juego. Kevin Costner, el protagonista, productor, guionista y director de Horizon: An American Saga (2024) fue uno de los responsables, junto con Clint Eastwood, de sostener al western desde la década de los ochenta y hasta entrado el siglo XXI. Silverado (1985), Danza con lobos (1990) y Pacto de justicia (2003) son tres clásicos del western que merecen figurar en cualquier listado de imprescindibles y los últimos dos, además, dirigidos por el propio Kevin Costner. Pasaron veintiún años desde que el actor se puso detrás de las cámaras y su regreso es de una ambición notable. Luego de su éxito como protagonista de la serie de Taylor Sheridan Yellowstone, Costner recobró la confianza y los números le cerraron para producir esta saga conformada por cuatro películas de las cuales sólo las dos primeras han sido completadas hasta ahora. El estreno de la parte 1 es muestra suficiente de lo que significa para el western dentro del cine contemporáneo.
Horizon: An American Saga – Parte 1 es una película del más clásico, americano y cinematográfico de los géneros. Kevin Costner cuenta una historia del oeste, los pioneros y los que desarrollaron su vida en la frontera cambiante de la segunda mitad del siglo XIX. La historia empieza en 1859, antes del comienzo de la Guerra de Secesión, un evento histórico del cuál se ven los ecos, pero no aparece directamente, porque la película transcurre al oeste de dicho conflicto. Desde el inicio queda clara la herencia fordiana que acompañará a toda la película. Los pioneros que van quedando en el camino, la brutalidad y el coraje de quienes vivieron sus vidas sabiendo que no verían el resultado final de su traslado a las nuevas tierras. La vida en el salvaje oeste en su momento más vulnerable y al mismo tiempo más poderoso. Se podía alcanzar la muerte a cada instante en ese territorio lleno de peligros, pero la resistencia en ese mundo hostil era también notable.
Horizon es una película coral que cuenta varias historias de forma alternada. La suma de todos estos relatos completa un fresco de la conquista del oeste así como también un recorrido por la totalidad del género western. Pioneros, apaches, el ejército en su fuerte, cowboys, prostitutas, comerciantes, cazadores de cabelleras y demás arquetipos del oeste. Las historias se comienzan a cruzar a medida que avanza la trama y tienen a su vez su propio desarrollo. En cada una se combina el clasicismo y la herencia con el revisionismo del director y su mirada desde el presente. La película está arraigada en lo más profundo del western y definitivamente no conectada con el cine actual. Esto último, claro, es una excelente noticia. Si Kevin Costner siempre miró a John Ford, pues acá lleva esa mirada al nivel de ambición de la propia película. Se puede pasar de la risa a la lágrima en una misma escena, se puede ver la oscuridad de los personajes más pesimistas de Ford y también la comedia de la trilogía de la caballería. Wagonmaster se cruza con My Darling Clementine y The Searchers con She Wore a Yellow Ribbon. Desde The Iron Horse a Cheyenne Autumn.
Pero la cinefilia no es un mérito cinematográfico en sí mismo, su valor, en este caso, consiste en entender como John Ford, la historia que se tiene delante. Un momento de caos que a la vez supo ser un momento de futura gloria. Cada una de las cruces clavadas al costado del camino es el recorrido hacia la nueva sociedad. En esa frontera estará siempre el corazón fordiano. Costner, sin embargo, no se queda en eso. En esta primera parte hay un puñado de escenas que merecen estar en la historia grande del western. Momentos de profunda emoción, tensión y también virtuosismo sobrio para resolver duelos y momentos dramáticos. Horizon es un clásico que tiene destino de grandeza. Su ambición es también desmedida y en eso John Ford o el Howard Hawks de Río Rojo, también citado, le hubiera aconsejado un poco más de economía de recursos. Sin embargo, el único defecto que se ve en la película es, justamente, la falta de un par de escenas, algo que se nota en dos momentos de transición algo bruscos con respecto a la belleza épica del resto del relato. Kevin Costner está decidido a darlo todo y se nota. Su notable elenco, imposible mencionarlos a todos, también se compromete con la misma causa y entrega lo mejor que tiene.
A Horizon, un western clásico y también revisionista, no le preocupa demasiado la corrección política ni la especulación ideológica. A pesar de su lectura contemporánea del oeste, su mirada le pertenece al género. Los primeros dos ataques violentos son perpetrados por los indios, no por los colonos, lo que hoy parece una rareza y una excepción a las reglas del cine y la televisión contemporáneas. Los indios más violentos y los blancos más violentos generan una escalada cada vez más sangrienta y en ambos bandos -no completamente separados- las voces que advierten sobre lo que esto provocará no son escuchadas. En el cine actual Kevin Costner está sólo, en las series sólo 1883, la obra maestra de Taylor Sheridan, lo acompaña. Estrenar cuatro películas en ese contexto es una locura digna de quienes tomaron sus carretas y se fueron en busca de una vida en una proeza que hoy parece imposible.
¿Cómo encaja una saga así en el cine contemporáneo? Simplemente no encaja. Es curioso, porque a Kevin Costner se le reclama no estar con los tiempos que corren, cómo si el estarlo fuera un mérito. En una década de decadencia total del cine, con los servicios de streaming, en particular Netflix, produciendo “contenido” muerto, feo y malo, que se le busque a Kevin Costner su razón de ser es por lo menos ofensivo. Donde nadie quiere contar nada, él quiere hacer su película más ambiciosa. Cuando a nadie parece importarle más el cine, él filma una película de verdad. Mientras parece aceptable la fealdad de la pantalla verde hasta para filmar una calle de Nueva York, Kevin Costner sale a la naturaleza y filma los más espectaculares paisajes reales de Estados Unidos. Ojalá otros directores amaran el cine así y tuvieran ganas de contar historias. Sí, los tiempos cambian y si John Ford, Howard Hawks y otros grandes genios del cine tuvieron que sufrir la marginación de la industria, porque habría de ser diferente con uno de sus más fieles discípulos. La taquilla le dio la espalda a este largometraje que no es de dibujos animados ni explota una franquicia previa exitosa. Mi consejo es que vean Horizon porque esta vez sí es muy posible que sea el final de una época. El legado de los maestros perdura. El ocaso de las grandes narraciones puede que sea irreversible. O tal vez es el final de una generación, como ocurrió varias veces en el pasado. El western ya lleva más de sesenta años despidiéndose y acá estamos, disfrutando de Horizon y recreando su incomparable árbol genealógico. Mientras esperamos la segunda parte, sólo queda agradecerle a Kevin Costner el seguir siendo fiel a sus valores y a sus convicciones artísticas. Ojalá no sea el último de su tipo.