I Am Not Okay With This es la nueva apuesta de Netflix para el público juvenil. Por suerte no es sólo para ellos, porque de ser así ni estaría comentándola. Claro que qué apunta al reconocimiento generacional, pero trasciende esto de manera sorprendente, algo que no logran todas las ficciones de Netflix que buscan desesperadamente conquistar a un público concreto. Los actores principales han trabajado en el díptico de It, la exitosa adaptación del libro de Stephen King. Sophia Lillis y Wyatt Oleff son, justamente por eso, dos rostros famosos para la nueva generación aunque sean actores recién iniciados y desconocidos para todos los demás. La serie se basa en el comic de Charles S. Forsman.
La historia gira entorno a Syd (Sophia Lillis) una adolescente de un pequeño pueblo de la américa profunda. Lleva una vida aburrida en un pueblo aburrido al que hace poco ha llegado junto con su hermano y su madre. El padre se suicidó y eso ha dejado en todos una marca terrible. Una asesora psicológica le pide que deje atrás la tecnología y escriba un diario íntimo. La voz en off que acompaña a toda la serie es de alguna manera ese diario donde vivimos con Syd la angustia, pero también los deseos y los descubrimientos que ella va realizando. La serie es, claramente, una historia de iniciación, un coming of age como se dice en inglés. Son muchas, realmente muchas, las cosas que debe descubrir y asumir la protagonista. Su edad, la muerte de su padre, las responsabilidades que la vida le presenta, su sexualidad y finalmente un extraño poder que escena tras escena se va develando.
La serie tiene los mismos productores de Stranger Things y uno de sus dos creadores es también el director de The End of the Fun**in World. La otra creadora de I Am Not Okay With This es Christy Hall. Sin duda la idea es extender esos éxitos generando un producto nuevo, pero es saludable reconocer que el resultado es original e incluso superior a las otras dos series mencionadas.
Esta mierda me supera, tal vez el abominable título local de la serie, tiene solo siete capítulos cortos, de menos de media hora y sumados dan menos de tres horas. Y sí, con un poco de montaje y cortando los ganchos al final de cada episodio, la serie podría haber sido una película larga. Pero justamente, debido a eso, la serie se ve de un tirón y la narración nunca nos engaña para extender la historia más allá de lo necesario. Es una historia compacta, bien narrada, sin especular con perder el tiempo para alcanzar una temporada más larga con episodios también demasiado extensos. Se pasa volando de verdad.
El tono nostálgico de las series actuales es un arma de doble filo. Aunque I Am Not Okay With This transcurre en el siglo XXI, muchas referencias y elementos buscan acercarla a la iconografía de las décadas del 70 y 80. Y obviamente una banda de sonido espectacular. Pero por suerte no es un ejercicio de nostalgia barata o superficial, sino que es una relectura de muchos de esos films o series y una reinterpretación desde la mirada del mundo actual. Ese es el primer gran acierto de la serie. Desde el arranque se ven referencias a Carrie (la temporada 1 es un largo flashback) y luego vendrán muchas otras, incluyendo a The Breakfast Club (El club de los cinco). Pero si las dos referencias más suerte son dos films tan distintos entre sí, entonces nos vamos metiendo en el mérito principal y final que la serie tiene.
Este drama de iniciación y descubrimiento podría quedarse perfectamente en el drama. La protagonista y el resto de los personajes principales tienen el talento para generar la empatía necesaria. También resuelven muy bien el humor y la serie se ve sincera y auténtica. Sin embargo el gran mérito es conseguir que con esa facilidad que solo habíamos visto en Stephen King, se mezcle esa cotidianeidad con una historia de corte fantástico. La protagonista descubre que tiene poderes y eso, lejos de generar desinterés, produce un efecto que le juega muy a favor. A todos los problemas que Syd tiene, deberá sumarle este poder que no domina y cuyos límites no conoce. Metáfora no molesta de lo que significa descubrirse a uno mismo. De hecho es espectacular la serie en su habilidad para combinar todos los elementos mencionados. Un hallazgo notable que se puede disfrutar en poco más de dos horas.