Peliculas

INFAME

De: Douglas McGrath

LA FAMA ES PURO LIBRO

No son pocos los teóricos y estudiosos que dicen que el número de historias a contar es limitado y que todos los escritores y cineastas se basan siempre en los mismos relatos universales. Sin embargo, las combinaciones, las formas y los estilos para narrarlas son infinitos. Siguiendo esta lógica, entonces, se podría decir que basarse en hechos reales estaría motivado en que dichos eventos corresponden a alguna de esas historias y que sus metáforas trascienden a las noticias que las inspiraron. Tal es el caso en el que se basan los films Capote e Infame. ¿Pero qué es exactamente lo que atrae tanto de la creación del libro A sangre fría y de su autor? Ambas películas son biografías parciales de Truman Capote y refieren al momento en que estallan en él una suma de contradicciones, en parte producto de sus intenciones como escritor, en parte con respecto al mundo que él descubre. Ficción versus realidad, glamour versus sordidez, cinismo versus romanticismo. Estas dualidades detonan en un momento de la vida del escritor y producen un giro inesperado, profundo e irreversible en su existencia.

Técnicas de no ficción en los films de ficción

En el año 2005 se estrenó Capote. La película, dirigida por Bennett Miller y protagonizada por Philip Seymour Hoffman, quedó en el imaginario como la biografía oficial de aquellos años claves en la vida de Truman Capote y del proceso de escritura de su libro A sangre fría. Seymour Hoffman, un excelente actor, cosechó varios premios por este papel, incluyendo el Oscar. Las películas basadas en personajes y hechos reales suelen colocar a los cineastas en una situación compleja y hacen que los films de ficción empiecen a verse comprometidos con técnicas de no ficción, es decir, del documental. Sin que haya verdadero material documental, los hechos, los nombres y las situaciones parten de acontecimientos verdaderos y eso, sin lugar a duda, los limita. De ese límite –difuso- se pueden obtener, de todas maneras, buenos resultados o un achatamiento del relato. Eso mismo ocurre –y he aquí lo más complejo- con la actuación. Porque es cierto que Philip Seymour Hoffman es un gran actor, pero el esfuerzo del film por atenerse a la realidad no hace más que exponer que se trata de una gran actuación, de un talentoso intérprete “haciendo de” Truman Capote, pero no “siendo” Truman Capote. Y en esa diferencia es en donde surge el primer notable punto a favor para Infame. Toby Jones es Truman Capote. Si bien el actor ha trabajado en otros films, aquí su interpretación se fusiona de tal manera con el personaje, que el propio Capote se impresionaría si pudiera verlo. Mientras que Seymour Hoffman le imponía algo de su propia sobriedad al personaje, y su cuerpo no dejaba ser algo robusto para el papel; Jones, en cambio, resulta tan real que aunque no conociéramos a Capote nos resultaría más verosímil, más posible, más auténtico. Su desparpajo, su carisma y su humor colocan a su actuación en un lugar infinitamente más efectivo. Más allá de cualquier parecido, la forma en la que actúa acentúa los conflictos del film, los profundiza, es decir, colabora mucho más con el resultado artístico de la obra. Y de esa manera, el desarrollo de las acciones resulta más comprensible, más dramático y más significativo. Observamos en detalle la forma en que Truman Capote se golpea de frente con la realidad. Esa realidad que intentó buscar para sus libros y que al encontrarla terminó por afectar su obra y su vida para siempre.

Técnicas de ficción en un libro de no ficción

Es sabido que A sangre fría provocó un antes y un después en la historia de la literatura contemporánea. Su logro en ventas fue tan rotundo que volvió los ojos de editores, escritores y público a los textos de no ficción y les dio una importancia capital dentro de la narrativa actual. El éxito provocó incluso una rápida y excelente adaptación cinematográfica, dirigida por Richard Brooks, en 1967. La intención de Truman Capote era elevar el periodismo a la categoría de novela, utilizando los recursos del relato de ficción en un libro de no ficción. Como todo gran éxito, a veces, sus consecuencias son incontrolables, y hoy sufrimos exactamente lo contrario: muchas novelas han sido rebajadas al relato periodístico, con sus vicios, su falta de vuelo artístico y su incapacidad de crear universos propios. Y por otro lado, muchos periodistas dotan sus notas de metáforas inadecuadas y hasta irresponsables a la hora de hacer sus relatos. Pero no es el caso puntual de A sangre fría, en donde Truman Capote crea una gran novela que si bien se basa en hechos reales logra tener un elemento inequívoco de talento artístico: el escritor se expone y se manifiesta. Su relación con los personajes y con ese universo, y el efecto que éstos producen en él están esbozados con sutileza, pero no accidentalmente, en cada una de las páginas. Pero sin saberlo, y marcando también los límites de su libro, Capote dejó a la posteridad una historia más impresionante, la de cómo los asesinatos ocurridos en Holcomb, Kansas, en 1959, lo sumergieron en un inesperado universo del cual él no logró salir indemne. No es casual, entonces, que los biógrafos y los cineastas hayan visto en eso un punto de partida atrapante para contar una gran historia.

“No soy un personaje”

Infame es una película de ficción basada en los hechos reales que narran cómo Truman Capote escribió una novela basándose en hechos reales. El origen de este film es una biografía de Capote, escrita por George Plimpton y construida en gran parte, como bien lo muestra el film, con testimonios de quienes conocieron al escritor en persona. Douglas McGrath, director de una adaptación de Jean Austen (Emma) y otra de Charles Dickens (Nicholas Nickleby), elige realizar un film que permite comprender mejor a Capote, hacerlo real y a la vez convertirlo en un excelente personaje de ficción. ¿Pero qué queremos decir con que es un excelente personaje de ficción? McGrath se preocupa por las motivaciones de Capote, crea a su alrededor un universo que permite desentrañar su personalidad. Por eso el film comienza con planos muy glamorosos de un club nocturno, con las bebidas más llamativas, con lujo, ligereza y privilegios (a Capote le ponen una mesa delante del escenario). En esa primera escena, una cantante (Gwyneth Paltrow) interpreta el clásico de Cole Porter “What is this thing Called Love” y en mitad de la canción se detiene. La inestabilidad de ese momento anuncia la crisis posterior de Capote y, lo que es más sutil, anuncia que uno de los motivos de esa crisis es, justamente, el amor. Lo que sigue en el film es un excelente relato de factura clásica, nada pretencioso, lleno de ideas y muy entretenido. Los actores famosos ayudan a mantener el interés, pero el mayor logro está dado por la forma en que Capote llega a ese pueblo con su amiga y colega Harper Lee (Sandra Bullock), autora de Matar a un ruiseñor y por cómo consigue, con indiscutible inteligencia, ganarse la confianza de todos a partir de su carisma, su excentricidad y, no menos importante, sus anécdotas de gente famosa. Por supuesto que Capote no era un personaje de ficción, pero la película lo convierte en uno y con eso gana muchísimo a su favor. “No soy un personaje”, le dice, a Capote, Perry Smith (Daniel Craig), uno de los asesinos haciendo una compleja alusión a lo que significa ser tomado como protagonista de un relato. La complejidad está dada porque un asesino de la vida real increpa a un escritor, pero ambos son personajes -en ese momento- de una película de ficción (la que nosotros, los espectadores, vemos) y por lo tanto el relato asume así todas sus distintas capas al mismo tiempo. Con el correr de los minutos observamos cómo Capote y Lee son aceptados en la sociedad conservadora de Holcomb y, asimismo, cómo con mayor sutileza y, paso a paso, Capote comienza a fascinarse cada vez más con Perry Smith, hecho que también se deja ver en la novela A sangre fría. El mérito del director es darle a cada situación una lógica tan impecable, que ese amor de un intelectual glamoroso por un asesino termina por parecernos tan creíble y emocionante como el más común de los amores cinematográficos. Al mismo tiempo, la película no esconde el hecho de que ese amor simboliza el encuentro de Capote con el mundo real. Porque no hay que olvidarse que lo que él buscaba con su libro era elevar un relato de la crónica periodística con elementos del género de novela. Su interés, seguramente, no era sólo literario, y esa atracción lo condujo, en parte, a un callejón sin salida. Es más romántico exagerar las consecuencias que provocó en Capote el tiempo que pasó desde el comienzo de la historia hasta su final, cuando Perry Smith y Dick Hickock fueron ahorcados, siete años después de su condena. Romántico o no, la carrera de Capote no tuvo un éxito tan rotundo como el de A sangre fría, ni pudo después de esa terminar ninguna otra novela. Y si bien no finalizó allí su trayectoria, nada volvió a ser igual. Infame no lo dice explícitamente, pero lo sugiere con imágenes, lo muestra con diversos gestos y situaciones.
A pesar de ser un film independiente, producido por la legendaria productora Christine Vachon (Los muchachos no lloran, Lejos del paraíso), Infame es una película con un estilo de cine comercial industrial. Sus ideas son claras, está narrada de forma transparente, sus actores son famosos, posee humor, dramatismo y un clímax acorde a lo que uno espera de una película de calidad. Es la historia de un hombre que llegó a un pueblo, un forastero invasor que llegó con la intención de tomar un mundo para convertirlo en un relato propio, pero terminó transformándose, años más tarde, él mismo en el personaje principal de una tragedia, no en su narrador. De esos cruces, de esos destinos inesperados, de esos momentos en que la vida cambia para siempre están construidos los grandes relatos universales. Y esta película cuenta de forma maravillosa uno de ellos.