DE A DOS
Interview, cuarta película dirigida por Steve Buscemi, presenta ciertas características por las que fácilmente se la puede calificar con una frase típica que cinéfilos y críticos solemos utilizar: es teatro filmado. El hecho de que en la historia aparezcan en campo- apenas dos personajes, y que ésta transcurra casi exclusivamente en un solo ambiente lleva, inmediatamente, a pensar en la frase citada. Y claro está que su uso no es precisamente elogioso. Sin embargo, esto no debería entenderse tanto como un desprecio al teatro en sí, sino más bien como una forma de decir que la película en cuestión le debe más a procedimientos estéticos provenientes de otra expresión artística que a los del propio cine. Sin querer entrar aquí en cuestiones que merecen más espacio y cuidado (como la de las particularidades que hacen al ser del cine), podríamos decir sintéticamente- que lo que se le reclama a toda película es que construya su(s) sentido(s) a partir de una simbología (puesta en escena) que exceda el mero registro de dos actores diciendo sus diálogos; es decir, que no caiga en eso que Hitchcock explicó tan bien con su muy conocida frase: fotografía de gente hablando.
Como decíamos, Interview se centra en dos personajes: un periodista que se ocupa de temas políticos y que supo ser también corresponsal de guerra, y una estrella de telenovelas a quien el primero tiene que entrevistar contra su voluntad. Luego de un fallido primer encuentro en un restaurante, y debido a un hecho fortuito, los personajes terminarán juntos en el departamento de la actriz, lugar en el que se desarrollarán todos los acontecimientos. Allí distintas circunstancias harán que la relación de estos personajes cambien constantemente: del rechazo inicial pasarán a estar a punto de concretar una relación sexual; el desinterés mutuo por realizar la entrevista se transformará en confianza, y esto los llevará a confesarse secretos. Todo esto, claro, teñido siempre de ambigüedad, porque si de algo trata Interview es de la manipulación, ya sea ésta por interés (como en el caso de él, un cínico vestido de periodista) o por cierto placer morboso (como en el caso de ella, una bellísima mujer a la que le gusta seducir y jugar con su imagen frívola). Aquí hay que decir que Buscemi consigue ser efectivo, ya que si bien las constantes vueltas de tuerca del guión se notan demasiado y delatan su condición de sostén dramático, se la ingenia para no ser repetitivo ni tampoco rebuscado en la elección de los planos, y consigue utilizar muy bien el fuera de campo, dándole con esto último el aspecto más cinematográfico a su película.
El otro aspecto a destacar es el de las actuaciones, muy buenas en ambos casos, y que ayudan a sostener el desarrollo de la historia. Pero estos elogios, tan mecánicos, tan circunscritos a aspectos técnicos, dejan en claro las limitaciones y la pobreza de la propuesta. Interview es teatro bien interpretado y bien filmado; pero teatro al fin.