Se estrena en estos días raros, con pocas salas, esta película de ciencia ficción rusa, una especie de Día de la independencia con pretensiones y una duración de dos horas y cuarto. Está dirigida por Fedor Bondarchuk, hijo del famoso director Sergey Bondarchuk, que alcanzó fama mundial al dirigir La guerra y la paz (1965) y La batalla de Waterloo (1970). La duración se hace sentir ya que es un poco difícil entender por completo la película. Esto se debe en parte a que es una secuela. Al comienzo lo descubrimos esto por la manera en que repasa eventos incomprensibles para quien no haya visto el film anterior. La película original se llamaba Attraction (Prityazhenie, 2017) y esta secuela, Invasión (Invasion/ Vtorzhenie, 2020).
La película transcurre tres años después de los eventos de la película anterior. Julia (Irina Starshenbaum), que se salvó de la muerte con la ayuda de tecnologías extraterrestres, ahora tiene habilidades inusuales. La niña se ha convertido en objeto de la investigación realizada en laboratorios secretos del Ministerio de Defensa. Las nuevas habilidades de Julia atraen no solo a la gente de la Tierra, sino que se están convirtiendo en una amenaza para las civilizaciones extraterrestres, por lo que la Tierra está amenazada. Hakon (Rinal Mukhametov) ha vuelto para salvarla, pero ese regreso le importará a nadie que se haya perdido el film anterior. Se entiende la historia entre ambos, pero es imposible interesarse por el resto.
Los misterios de la distribución la trajeron hasta Argentina. Es demasiado larga, es muy cara, espectacular y ambiciosa, pero igual resulta poco profesional en muchos aspectos. No sostiene el drama, no genera empatía con los personajes. Cine ruso de exportación, pero del comercial. Algo muy raro para ver por acá, pero el mundo se ha vuelto un lugar raro y pasan estas cosas.