Peliculas

Jingle Jangle: Una navidad mágica

De: David E. Talbert

Jeronicus Jangle, inventor, fabricante de juguetes y propietario de Jangles and Things, recibe el componente final de su último invento que cree que cambiará su vida y la de su familia para siempre. Este componente ayuda a dar a luz a Don Juan Diego, un pequeño torero de juguete. Jeronicus se va a celebrar, dejando a Diego y la tienda al cuidado de su aprendiz, Gustafson. Pero Diego, que no quiere ser reproducido masivamente, convence a Gustafson, todavía frustrado aspirante a inventor, para vengarse de Jeronicus que traicione a su maestro. Gustafson termina llevándose a Diego y el libro de inventos para comenzar su propio imperio de fabricación de juguetes y convertirse en un poderoso empresario.

Pasan los años, mientras Gustafson (Keenan-Michael Key) sigue adelante en su mentira y con la ayuda del egocéntrico muñeco Diego (Ricky Martin), Jeronicus (Forest Whitaker) ha convertido su local en una triste casa de empeños. La llegada de su nieta es lo único que tal vez pueda cambiar el destino de todos los personajes. Jingle Jangle es un film navideño que transcurre en un ambiente que remite al relato navideño por excelencia: Un cuento de Navidad, de Charles Dickens. Al universo dickensiano la película le agrega un marcada estética steampunk parecida al mundo de Jules Verne y un abultado número de canciones para que sea un musical navideño hecho y derecho.

Es posible que la película apunte solo a un público infantil, ya que la historia no tiene mucho de interés para el público adulto. Las canciones están por debajo del estándar de los especiales de navidad y las escenas cómicas no son nada graciosas. La costumbre actual de apostar a un casting colour-blind, es decir sin importar la raza para otorgar los roles, aparece acá aunque el film es mayoritariamente interpretado por afroamericanos. Es en el entorno y en la ausencia total de tensión racial que aparece esto. No tiene ningún peso en el total de la historia y, después de todo, el muñeco torero es interpretado por un hispanoparlante.

Lo que no tiene Jingle Jangle es alma. Si acaso Dickens conmovía hasta las lágrimas con sus historias, acá todo tiene una frialdad y una distancia que vuelve imposible afecto alguno por los personajes. Todo es de una superficialidad llamativa. Colores fuertes, muchas canciones, pero nada que destacar como película. La más lavada y triste de las películas navideñas que alguien pudiera imaginar.