John Wick 4 llega tres años después de la anterior entrega de la serie de películas protagonizadas por Keanu Reeves y dirigidas por Chad Stahelski. No es necesario repasar los títulos previos para conectar con este nuevo capítulo, basta con recordar que clase de películas son. La venganza inicial que sacaba del retiro a Wick iniciaba una cadena de eventos que alcanzaba un nivel global y que en la tercera entrega tomaba un sutil respiro para adentrarse en el largometraje que se estrena en el año 2023. Sería seguir perdiendo el tiempo no decir ya mismo que se trata de una obra maestra, posiblemente una de las mejores películas de acción de todos los tiempos. No sólo su calidad es asombrosa y el entretenimiento que brinda es inolvidable, también tiene la osadía de plantear su juego sin especulación y sin renunciar a su plan estético y narrativo. Verdadero cine con mayúsculas.
La escena inicial nos recuerda quién es John Wick. Una persecución a caballo por el medio del desierto con el protagonista vestido con su impecable traje negro nos marca que acá no hay concesiones para buscar un verosímil fuera de la serie. Podría estar nadando en el mar o en el espacio, Wick tendría su traje negro. Cuando se logra ese vestuario como marca identificatoria a la que no se renuncia es porque se ha alcanzado el nivel de mito cinematográfico. Aclarado ese punto la película comienza su narración, tomándose el tiempo para presentar a más personajes y conflictos.
John Wick 4 tiene una ambición parecida a sus antecesoras pero va más allá. Como una especie de Sergio Leone del cine de acción moderno, Chad Stahelski arma las escenas de forma sofisticada, deteniéndose en detalles que hacen la diferencia, buscando el clima adecuado para cada momento. En esta ocasión los demás personajes tienen más tiempo en pantalla y hay buenas escenas sin la presencia de John Wick, aunque todo el tiempo se esté aludiendo a él. Bill Skarsgård interpreta a Marquis, un villano que tiene lo que necesita un villano, personalidad y provocar en el espectador un odio sin límites. Ian McShane interpretando a Winston es una pieza imprescindible a la que se le da gran peso en esta entrega y Lance Reddick en el rol de Charon, en la que ahora sabemos era su despedida del cine. Cada uno de los secundarios tiene su momento, lo que nos permite extrañar un par de minutos a Keanu Reeves para que luego vuelva en todos los mejores momentos de la película.
Hay dos cosas que definen los largometrajes de John Wick y en John Wick 4 se destacan particularmente. Lo estético es fundamental. Cada escena posee un esteticismo marcado que no afecta jamás al ritmo narrativo, pero que hace que cada plano sea bello, que tenga un criterio visual que lo vuelva inolvidable. En el cine clásico las películas estaban llenas de planos cuidados al milímetro, pero con los años, saliendo de los estudios, el concepto del cine cambió y todo se transformó en un mundo más real y menos bello. En John Wick 4 vive ese espíritu más antiguo, aunque todas y cada una de las escenas se vean modernas. Las luces, los encuadres, un juego visual que nos va regalando un sinfín de escenas memorables. El director juega al máximo con las posibilidades narrativas contemporáneas, no se asusta de los recursos actuales, pero siempre se encarga de armar momentos de narración ordenada, clara y veloz. Estético y narrativo por partes iguales.
El otro elemento fundamental de John Wick 4 es que todo transcurre en un mundo paralelo al real. Si bien los personajes viven en el mundo real, las locaciones son famosas ciudades y los lugares por donde pasan son conocidos, la historia corre por un carril paralelo a la gente. Todos los personajes son asesinos, forman parte de una organización criminal o tienen un asunto pendiente que los convierte o los convirtió en criminales en algún momento. Las personas no se ven amenazadas por este grande juego mundial de asesinos, de organizaciones secretas y códigos antiguos bajo los cuales viven los personajes de la película En escenas donde hay gente, como la espectacular secuencia del club nocturno en Berlín, las cientos de personas que están ahí ignoran primero la pelea, luego la observan con estupor y finalmente se van del lugar pero no en pánico. No viven las peleas mortales entre asesinos como una amenaza para ellos. Los únicos no criminales que existen y podrían correr peligro son los familiares de los asesinos. Pero incluso ellos no tienen líneas de diálogo ni mucho menos. Es como si no supieran de ese otro mundo.
Las escenas de acción, que son muchas, que son extensas, que son asombrosas, todas llevan el concepto de coreografía al borde del musical. Cómo si John Wick fuera un Gene Kelly del cine de acción, tiene las mejores escenas para él, acompañado por un grupo de personajes que en cada número se mueven al ritmo de las armas elegidas y la locación que acompaña el clima de la escena. La mencionada belleza acompaña con luces y colores cada momento generando formas que pasan del duelo de a dos al enfrentamiento grupal, incluso con tomas cenitales que son una mezcla entre Martin Scorsese y Busby Berkeley. No hay forma de resumir todo lo que entrega John Wick 4 a nivel visual. Sin proponérselo deja en ridículo a casi todo el cine de acción contemporáneo, con la única excepción de los films de Misión: Imposible, con los que comparte un amor por el cine que hoy por hoy es difícil de encontrar.
Otro personaje clave es Caine, un asesino ciego, viejo amigo de Wick que ahora deberá enfrentarlo por razones de fuerza mayor. Quien lo interpreta es nada menos que la leyenda del cine de artes marciales Donnie Yen. Hay tantas referencias cruzadas en ese personaje que ya en sí mismo contiene un mundo. Su destino también es clave en este mundo de asesinos que se matan entre ellos y pelean con unos códigos que parecen de otro mundo y otra época. John Wick 4 es un neo noir y un film de acción e incluso tiene algo de wuxia, como sutilmente se desliza en la trama. Pero también es un largometraje de aventuras, una historia de capa y espada e incluso un western. Las referencias a Sergio Leone no son gratuitas, como tampoco lo es la presencia del cine de acción asiático y el mencionado Scorsese. En las escenas finales el calvario y la redención de John Wick se mezclan hasta convertirlo en un personaje como Eddie Bartlett (James Cagney) de Héroes olvidados (The Roaring Twenties, 1939), pero con un destino más ambiguo. No sé si alguien habría pensado, casi una década atrás, en que John Wick sería el nombre de una saga de películas exitosas con destino de clásico. Mucho menos que quedarían dentro de ese pequeño grupo de largometrajes que luchan a brazo partido por defender el gran cine. Asombrosamente no sólo todo eso finalmente está pasando, sino que la cuarta entrega ya figura entre lo mejor del cine mundial contemporáneo. Si es el director, si es el guión, si es Keanu Reeves o el resto del elenco. En cualquier caso lo que finalmente queda en claro es que John Wick 4 consigue sorprender y maravillar y a pesar de su notable seriedad, también se guarda un poco de sentido del humor para varias escenas. Todo lo que uno esperaba de esta cuarta parte es poco en comparación al espectáculo sin precedentes que finalmente se desarrolla frente a nuestros ojos. John Wick 4 es otro nivel.