Juana es una joven actriz que se abre camino con algún que otro trabajo mientras va a castings que no siempre resultan como ella quiere. Tiene un novio con el cual está en crisis y su alegría algo torpe se ve alterada por momentos de angustia existencial. La película está filmada como la personalidad de su protagonista. La narración se mueve de manera algo confusa, sin interés por las reglas del lenguaje clásico. No es fácil precisar cuáles fueron las intenciones del director ni su mirada sobre su personaje central.
Aunque Juana banana es una comedia en muchos aspectos, toca también las cuerdas del patetismo y su personaje central tiene una intensidad algo abrumadora. Juana está perdida y la actriz que la interpreta no logra hacernos entender si es su personaje o así es ella. Obsesionada con su propio fracaso, Juana lee un libro sobre un aborigen solitario que vive aislado del mundo en la reserva ecológica. Por momentos parece una Woody Allen de 28 años y por momentos un personaje del cine independiente argentino. Evoca a Jean-Luc Godard, quiere ser comedia, quiere ser drama, pregunta más de lo que responde. Es lo suficientemente rara como para intrigar, pero no tanto como para que esto tenga un mérito en sí mismo. Juana nos recuerda también a la protagonista de Happy-Go-Lucky de Mike Leigh, esto no dicho como elogio.